Bruselas

Europa verde

Los ecologistas alaban la labor de los eurodiputados que «castigaron» hasta en tres ocasiones a España por el urbanismo salvaje, un tema recurrente en la Eurocámara

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BRUSELAS- Europa tiene muchos rostros pero, sin duda, la cara sostenible de la UE es una de las que más se ha visto durante la pasada legislatura. Las amplias competencias que tiene Bruselas en esta materia han atado a las capitales a través de nuevas normas, como las que castigarán penalmente los daños severos al medio ambiente, las que reducirán el uso de pesticidas o la que regularán el empleo de sustancias químicas (el reglamento REACH). El brazo verde de la legislación comunitaria sirvió también para que el Parlamento Europeo sacara los colores a España. Las quejas de los ciudadanos de la Unión Europea que llegaron a la Eurocámara valieron para criticar los desmanes urbanísticos en España en tres ocasiones, ya que las autoridades se han llevado por delante hasta doce directivas, según los diputados verdes.El último de los informes, aprobado el pasado marzo, pidió la suspensión y revisión de todos los proyectos que no respetaran los criterios de sostenibilidad. El texto, que dejó a nuestro país casi como «una república bananera», como la definían los críticos, incluso sugería que se congelaran los fondos comunitarios a España.«Existe un problema», aseguró la eurodiputada Margrete Auken, del grupo de Los Verdes y autora de los informes, quien entonces reconoció que España «hasta ahora no ha hecho nada».Más allá de la diana española, una de las grandes conquistas fue la aprobación a principios de año del Paquete de Clima y Energía. En su tramitación, «la Eurocámara jugó un papel bastante positivo», destaca el portavoz para Europa de Greenpeace, Mark Breddy. A pesar de que el paquete contó con algunas sombras para los ecologistas, como la exclusión de sectores muy contaminantes del mercado de emisiones, preocupados por la pérdida de competitividad, Breddy opina que la Cámara fue la más «progresista de las tres instituciones».«El Parlamento Europeo ha sido una fuerza de bien», resume sin complejos el portavoz de Greenpeace, para quien la cámara ha conseguido «importantes logros». Entre ellos incluye la fijación en el paquete climático del objetivo de un 20% de energías renovables para 2020. La UE también se comprometió a reducir las emisiones de CO2 un 20%, y mejorar la eficiencia energética en un 20% para la misma fecha.El encuentro de Copenhague de Naciones Unidas de diciembre dará la oportunidad a la UE para demostrar que lidera la lucha contra el calentamiento global. Y ya con los pies en la próxima legislatura, Breddy fija como prioridad la revisión de la Política Pesquera Común, un campo en el que los diputados tendrán mucho que decir si el Tratado de Lisboa entra en vigor. Además, Greenpeace y otras nueve organizaciones han pedido «una estrategia de desarrollo sostenible ambiciosa, más allá de la acordada en 2006», que sustituya a la casi fracasada Agenda de Lisboa como prioridad política.