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Pues, que quieren que les diga, a mi me cae bien Teddy Bautista; lo cual demuestra que somos un diario plural porque hace poco estas mismas páginas dominicales lo retrataban casi como un dictador. Pero yo he de reconocer (nobleza obliga) que bajo su presidencia, la SGAE me ha pagado puntualmente todos mis derechos justamente recaudados, sin represaliarme en ningún sentido por ser un autor respondón. Como catalán, tengo además la debilidad de ser del Barça y el caso de Teddy me recuerda al de Andrés Iniesta o el de Víctor Valdés. Nunca han perdido el tiempo en querer ser simpáticos, empáticos o caer bien. Saben que su trabajo no es ese y siempre han estado plenamente concentrados en ser eficientes y conseguir lo más alto en lo suyo. Cuando se acercaban las grandes finales siempre surgía algún jugador nacionalista que hacía declaraciones grandilocuentes para después, en el campo, fallar marcajes y costarnos un gol. Quién nos salvaba a la postre era el callado Valdés sacando una de esas manos que conservaban al equipo vivo hasta el final. Algo parecido pasa con Teddy. La SGAE es una sociedad recaudatoria y, al igual que Hacienda, no nació para ser simpática sino para ser eficiente. Muchos la detestan precisamente porque funciona bien. Bautista la ha convertido en uno de los mecanismos más sólidos y ejemplo de funcionamiento para este país. Ojalá todas las instituciones que se fundan en este país cumplieran con la misma eficiencia que la SGAE el propósito para el que fueron creadas. Pero somos tan cándidos que las cosas sólo nos gustan si alguien nos las vende como simpáticas; sin ver que simpático no es lo mismo que divertido. Y al final, nadie quiere caerle simpático al Manchester, sino divertirnos ganándole la Champions. Y eso es lo que cuenta. Luego, siempre hay tiempo para ser simpático en casa, cada cual con los suyos.