Navarra
Ibarretxe diez años de suspenso en democracia
Vitoria-Superar el marco jurídico-político vigente y dotar al País Vasco de una relación de igual a igual con España, es decir, lograr la independencia. Esta ha sido la máxima de Juan José Ibarretxe durante la década que ha permanecido al frente del Gobierno vasco. Así como los presidentes del Estado se han afanado por conseguir la derrota de ETA, el lendakari más sectario ha querido significarse por hacer efectiva la autodeterminación del pueblo vasco. Con este propósito y desde su primer mandato, cuando se estrenó en el cargo en 1998 gracias a los votos de su partido, EA y de forma inédita de la izquierda abertzale representada entonces por Euskal Herritarrok, ha buscado la unidad de acción nacionalista. Y siempre de la mano de las siglas radicales, que han sido determinantes tanto para investirle como para salvar sus proyectos soberanistas. Pese al varapalo que han sufrido sus propuestas, Ibarretxe se ha mostrado inasequible al desaliento y enemigo de la autocrítica. El pasado 5 de mayo se despidió de la política aferrado a sus fracasos: el Plan Ibarretxe, que recibió el portazo del Congreso de los Diputados en febrero de 2005, y a la consulta, que quiso celebrar sin éxito el 25 de octubre de 2008 y que fue vetada por el Tribunal Constitucional por pretender arrogarse una competencia exclusiva del Estado, el referéndum. A ambas iniciativas las considera «mojones democráticos» sobre los que «habrá que edificar las soluciones en este país». Su primer intento fue el Plan Ibarretxe, que anunció en el pleno de política general del Parlamento de Vitoria en 2001 y que presentó a la sociedad el 25 de octubre de 2003, el mismo día en el que el Estatuto de Guernica cumple su aniversario. El Plan soberanista, aprobado en la Cámara vasca gracias a los votos del grupo de Arnaldo Otegui, se sustenta en el reconocimiento de la existencia del pueblo vasco con identidad propia y el derecho a decidir de sus ciudadanos. Las bases de BatasunaEstas bases son precisamente las que Batasuna siempre ha defendido, ya que además el proyecto reconoce el derecho a mantener relaciones políticas con Navarra y el País Vasco francés en base a la voluntad de sus respectivos ciudadanos. En definitiva, se pretendía otorgar a las instituciones vascas una serie de competencias que ahora recaen en el Gobierno central. Segundo intento. Esta vez en el pleno de política general de 2007. Ibarretxe planteó un acuerdo con el Ejecutivo para llevar a cabo un referéndum en el País vasco. Es decir, el Plan Ibarretxe maquillado de mano tendida al Estado y que también fracasó previa reunión en La Moncloa con Zapatero. Este afán independentista, que defendió como «normalización política» al margen y por encima de la «pacificación», provocó la marcha de Josu Jon Imaz. Un último esfuerzo. Ibarretxe promovió en 2008 la Ley de Consulta, que volvió a contar con el aval de la izquierda abertzale, en los últimos meses de actividad del PCTV en la Cámara de Vitoria. El TC vetó esta norma e impidió que Ibarretxe trasladase a la sociedad vasca dos preguntas sobre el final dialogado de ETA y el derecho a decidir. En definitiva, un rosario de derrotas que han servido para convulsionar y dividir a la sociedad vasca y para relegar al ostracismo a los partidos constitucionalistas. Los mismos que hoy por primera vez ostentan la mayoría del Parlamento vasco. Ibarretxe se despidió con un discurso narcisista en el que deslegitimó al nuevo Gobierno y repudió los 13 escaños del PP.
De Llodio a Ajuria Enea por la senda radicalvitoria- El quinto lendakari del Gobierno vasco comenzó su trayectoria política cuando sólo contaba con 23 años como alcalde de Llodio, su localidad natal. Juan José Ibarretxe, alavés nacido en 1957 en el seno de una familia obrera, fue militante del PNV desde su juventud. De la mano del partido obtuvo su primer escaño en la Cámara de Vitoria en 1984 y después presidió las Juntas Generales de Álava. Su buena gestión en la renovación del Concierto económico le llevó en 1995 a ser el número dos del gabinete del lendakari José Antonio Ardanza. En los comicios de 1998 el PNVle nombró su candidato y se empleó a fondo en las clases de euskera. Ibarretxe accedió por primera vez a Ajuria Enea gracias al respaldo de la izquierda abertzale y junto a EA, rompiendo los ocho años de gobiernos de coalición entre el PNV y el PSE que presidió su antecesor. Llegó al Gobierno vasco en plena tregua de ETA y tras la firma del Pacto de Estella (Lizarra), suscrito por PNV, EA, EB y Heuskal Herritarrok, cuyo espíritu ha guiado su acción política. En sus años de lendakari le ha costado asumir las relaciones públicas que conlleva su cargo y no ha abandonado su afición por la bicicleta. ¿A qué dedicará ahora el tiempo libre? Es una incógnita. De momento, engrosa la lista de ex presidentes vascos. Mantiene su estatus, cobrará una indemnización por cese de 8.000 euros y podrá disponer de una Secretaría de apoyo, una oficina y un automóvil de representación con chófer.
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