Literatura

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«Jamás le daría la mano a Olmert»

La Razón
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Para quien no la conozca es escritora, mexicana, académica, judía e hija de exiliados rusos, aunque ignoro el orden que daría ella a tales circunstancias. No todos tienen la suerte de contar con unos padres que te incitan a la lectura de los clásicos desde temprana edad: una madre estudiante de medicina en Odessa, y un padre amigo de Diego Rivera o Isaac Babel. Los temas recurrentes de su prosa son: el cuerpo, los viajes, y el conocimiento. Su debilidad: Sor Juana Inés de la Cruz.
«Sergio Pitol me instigó a escribir sobre ella ante mis quejas de que Octavio Paz se había apoderado como si hubiese sido un dios prehispánico que necesitara de sangre humana para mantener su propia energía solar». La lectura de la mexicana trata de demostrar que su obra fue autobiográfica, en el sentido actual. Englobada por la crítica en aquello que se dio en llamar generación del medio siglo, ella misma responde a su vinculación: «Soy contemporánea de Pitol, Juan Vicente Melo, García Ponce, Julieta Campos, Inés Arredondo, Elena Poniatowska y también, aunque más jóvenes, de Monsiváis y Pacheco. Empecé a escribir mucho más tarde que ellos, unos 20 años después, así que soy la más joven, y acaso por mi escritura de otra generación». Llama Tito a Monterroso y reconoce haberse reído mucho con él.
Acaba de publicar «Saña» (Pre-textos) que, como ella misma explica, «parecen párrafos aislados; textos independientes. A medida que se avanza, se va descubriendo que logran tener hilo narrativo de manera especial». No sabe si debe tildarse como poesía, pensamiento o microcuentos, en tanto que defiende los vasos comunicantes entre los géneros... En este último libro lo escatológico es neurálgico, acaso porque es el reverso de lo políticamente correcto o porque «no aceptar la escatología como parte definitiva de lo que somos, es pecar de ingenuidad y un deseo de romantizar la realidad. Basta leer los periódicos para darse cuenta inmediatamente: la guerra de Irak, los asesinatos de mujeres, fundamentalismos, fraudes, desigualdades sociales, hambrunas». Sólo ella sabe contraponer lo bello a lo deleznable: «El cuerpo no es sólo hermosura, dentro están los intestinos y lo que ellos producen».
En toda la obra de la autora de «Historia de una mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador» se percibe una fascinación hacia la muerte: «Acaso porque ya no me cuezo al primer hervor -como reza un dicho mexicano- y la muerte está cerca». Idioma preciso y verbo carnicero es su santo y seña. Muy pendiente de la literatura española, lee con fruición a Vila-Matas, Chirbes, Justo Navarro, Marías, Rodoreda, Tusquets o Matute... Como judía, no ve mucha solución al conflicto de Oriente Próximo: «Tiene que haber voluntad de ambos gobiernos; estoy de acuerdo con Oz, Gitai o Grossman: jamás le daría la mano a Olmert»... Se llama Margo Glantz y acaba de publicar otra obra que es una bofetada seca, destinada a despertar la conciencia del lector más anedónico.

Ángeles LÓPEZ



Elogio de la hiperbrevedad

«Saña» (Pre-Textos) es el último título de Margo Glantz. Textos hiperbreves, aparentemente discontinuos, que exploran en la crueldad más allá del rencor, con Bacon, Rimbaud y Escarlatti como telón de fondo recurrente. Una metáfora que reflexiona sobre la eterna dualidad: santidad-impureza, suciedad-limpieza, la mutilación de lo íntegro....