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LA BRUNI Y LA LETI

La Razón
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Por un día, la recesión económica que padecemos dejó de preocupar a los españoles, desempleados o en trance de ingresar en la cofradía, y toda la atención se concentró en Carla Bruni y la princesa Leticia, que tal vez sin quererlo compitieron en glamur a ojos del populacho. La fotografía de las dos señoras subiendo las escaleras del palacio real, tomada desde un lateral con toda la intención, ha sido también objeto de muy sesudos comentarios en las televisiones, con especial atención a la turgencia y elegancia de la «infraespalda» de ambas, resaltada muy oportunamente gracias a lo ajustado de los modelitos que eligieron para la ocasión. En tiempos de «la ominosa» decían que Franco daba a los españoles fútbol y toros para que olvidaran la política. Ahora nos dan telebasura y culos aristocráticos, lo que supone un avance indudable que, además, contribuye a culturizarnos en materia anatómica. A mí la Bruni me parece una mujer más bien cortita, cuya principal habilidad ha sido encamarse con personajes famosos y multimillonarios, de Eric Clapton a Donald Trump pasando por Mick Jagger. Ese pasado tempestuoso, la ausencia de estudios y su elegancia natural forjada en las pasarelas, son los ingredientes perfectos para convertirse en icono de las madres de las chonis y las vanessas, que un día querrían ver a sus hijas cambiando el chándal y los piercings por la alta costura y el maquillaje elegante, y al Yoni de los canis del polígono por alguien con una buena cuenta corriente. Por soñar que no quede. Si la Bruni lo ha conseguido¿