Vizcaya
La censura
Como «in illo témpore», la censura actuó, sumisa, milimétrica, y TVE prefirió ahorrarnos la noticia, el bochorno de escuchar cómo las aficiones del Athletic y del Barça se reunieron en Mestalla para protestar el himno español. Tal manifestación no fue el desprecio de la minoría, sino de la mayoría. Testigos presenciales lo confirmaron: «Fue pitadísimo». En superlativo. Comenzó el partido y Toquero marcó antes que Endika en la final del 84. Cuestión de fe. El Athletic jugaba al fútbol; el Barça estaba dormido, excepto Yayá, que hizo un gol para enmarcar y un corte de mangas para sancionarle. En el descanso, 1-1. Antes de empezar el segundo tiempo, acto de contrición televisivo: en pantalla, las imágenes de cuando el himno, que no parecía tan «pitadísimo» en la redacción, «pero lo fue» (testigo). En la banda, el utrerano Caparrós se desesperaba porque los «leones» cedían terreno. Gol de Messi. Tres minutos después, el tercero, de Bojan, y Xavi sentenciaba inmediatamente con el cuarto. La Copa del Rey, disputada a cara de perro por bilbainos y barcelonistas, pero sin los mordiscos de antaño, alegraba la noche en la Plaza de Cataluña, en Canaletas, en las Ramblas. En San Mamés, duelo, como en Vizcaya. En Mestalla ganaba el mejor. Guardiola ha sumado el primer título. Aún aspira a dos. Ni lo suyo no es cuestión de suerte ni los pitos al himno español hechos aislados.
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