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Nueva York

La ciudad conocida

«Las grandes proporciones hiceron que Madrid me pareciera una maqueta»

La ciudad conocida
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Si hay una ciudad que todo el mundo conoce, incluso aunque nunca haya estado, es Nueva York. Las avenidas, los taxis, los policías o el vapor que se filtra por las alcantarillas me resultaron tan familiares como la tahona en la que cada día compro la barra de pan, a fuerza de haberlos visto millones de veces en las películas. Pero sólo cuando llegué allí y pisé esa enorme ciudad me di cuenta realmente de la grandeza de la Gran Manzana. Y lo de «grandeza» es literal, porque allí todo es más grande. Las proporciones se disparan y el tamaño de las tiendas, los coches y los edificios hicieron que Madrid me pareciera la maqueta de una inmobiliaria. Manhattan es un monstruo; una mezcla imposible de orden y caos, de sonidos y olores, de personajes degradados que se mezclan con especímenes humanos de perfección insultante.

Pero lo más cautivador es su capacidad de acoger al extranjero y convertirlo automáticamente en uno más. En contra del tópico, los neoyorquinos son gente cálida y comunicativa, que se apiadan del visitante como si entendieran lo perdido que se siente uno entre tanto exotismo de cemento.

Como buena glotona, disfruté como en pocos lugares de la variedad de sabores que ofrece la ciudad, y dudaría entre recomendar el dim-sum que probamos en un pequeño local de China Town o el enorme bocadillo de pastrami que sirven en Katz´s.

Lo que sí aconsejaría es resignarse a que no dará tiempo a ver todo, por mucho tiempo del que se disponga.