Francia
«La ciudad del buen vivir» por Ignacio Rodríguez Burgos
Nantes es la entrada al País del Loira, la histórica capital de Bretaña y la ciudad que más me sorprendió en una ruta en coche que me llevó por buena parte de Francia, desde el Atlántico al Mediterráneo. Nantes es la cuna de Julio Verne y la última conquista de Enrique IV, el de París bien vale una misa, antes de promulgar su famoso Edicto de tolerancia religiosa. La ciudad se recuesta sobre el plateado Loira y se presenta con una hermosa fachada de mansiones burguesas. Casas levantadas en el XVIII con los beneficios cosechados en la antigua trata de esclavos. Francia, dicen, es el país donde mejor se vive del mundo. Pues bien, los franceses aseguran que donde mejor se vive es en Nantes. El Castillo de los Duques de Bretaña golpea con sus torres almenadas es un acierto «vagabundear» por el barrio medieval, acercarse a la catedral, y si quiere disfrutar de una panorámica del centro de la ciudad hay que subir a la Torre LU, la antigua fábrica de galletas transformada en uno de los centros culturales más activos del hexágono francés. Tampoco es mala idea ir de compras por el Passage Pommeraye, una majestuosa galería comercial de mediados del XIX, saltar a la isla de Nantes, donde sobresale el nuevo Palacio de Justicia de Jean Nouvel, y otra posibilidad es subirse a uno de los barcos que remontan el Loira. Por último, y para ejercitar los sentidos, es recomendable probar el vino Muscadet, aprovechar la buena pitanza y, si hay tiempo, dejarse caer por el Atlántico hasta La Baule, que los bretones califican, con razón, como una de las mejores playas de Europa.
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