Musical
La ciudad está viva
Texto: Darío Facal y Peru Saizprez. Dir.: D. Facal. Reparto: L. Mazuren, H. Chi Chiu, L. Sola, S. Marchand. Centro de Nuevos Creadores. Madrid
El laberinto del título no es tanto la ciudad sino el que sus habitantes han construído en sus vidas, enmadejadas por la soledad, el hastío, el amor y el miedo. Tercer montaje de Metatarso Producciones, tras «Morfología de la soledad» y «Kellogg's Politik», este interesante viaje patético se inscribe en una línea de teatro no narrativo: son textos acompañados de acciones sucesivas. No en vano el coautor Darío Facal –junto a Peru Saizprez– y director es también poeta y su producción se desarrolla en estas mismas coordenadas, que recuerdan a creadores como Roger Bernat, aunque el lirismo de Facal es más íntimo. Sus personajes son náufragos perdidos entre mensajes contradictorios (el momento más hermoso: los actores atravesados en la oscuridad por letras luminosas en movimiento).
Facal, que parece reírse de la «cultura» oficial, le hace guiños al cine B de tiroteos y golpes no sin una mirada irónica. Coquetea con el malditismo con la misma acidez –un actor ensalza lo bien que se ve la vida «con un par de cervezas» mientras se bebe una tras otra–, y asume la ciudad como un crisol de culturas, que su reparto, joven y entregado, ejemplifica. Acompaña todo con una mínima escenografía y un hermoso uso de la música y la luz.
«Madrid Laberinto XXI» es un esfuerzo más que interesante por un teatro en evolución. Se le pueden limar algunos pecados de juventud, sobre todo en los textos, en ocasiones efectistas o dogmáticos, como los mensajes proyectados. En cualquier caso, su presencia en cartel es un soplo de aire fresco.
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