Ministerio de Justicia

La Justicia fantasma

La Razón
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No juzgues y no serás juzgado, reza el gran proverbio bíblico. A veces, muy aplicable a nuestra situación política. El Gobierno levantó toda una ofensiva contra José María Aznar a propósito de los presuntos vuelos ilegales a Guantánamo en su etapa de Presidente. Ahora resulta que tales no existieron. En su pertinaz estilo, «tan Obama», el propio Ejecutivo reconoce no tener constancia de navegación aérea militar a la polémica base norteamericana. Últimamente asistimos a toda una serie de juicios paralelos, resoluciones contradictorias y giros copernicanos de sentencias. El espectáculo judicial de los piratas somalíes, la encontrada posición entre el magistrado competente y la Fiscalía, con intervención de los ministerios de Exteriores y Defensa, y la obsesión de algunos jueces «estrella» por dirimir causas internacionales, en la más pura línea «Garzonista», componen una especie de sainete exento de rigor y seriedad. Por no hablar del Tribunal Constitucional, estancado en su renovación y en la redacción final de su anhelado veredicto sobre el Estatuto catalán. Por ello, según todas las encuestas, sigue siendo la Justicia la institución menos valorada por los ciudadanos. La confianza en sus pilares son esenciales en una democracia, pero en España todos los intentos parecen fallidos. Es lo que un veterano diputado en estos lares suele definir como un Poder Judicial «fantasma». Cierto. Tanto como esos presumibles vuelos a Gunatánamo que, al final, nunca cruzaron el Atlántico.