Aborto

La lengua proabortista

La Razón
La RazónLa Razón

Al repasar el articulado del polémico «informe Catania» lo primero que llama la atención es lo extraordinariamente ambiguo que resulta y su calculado sesgo al referirse al aborto y la eutanasia para no generar excesivos problemas de conciencia en los votantes.
En el artículo 60, el referido a la interrupción voluntaria del embarazo, no se incluye en ningún momento referencia alguna al aborto legal, lo que nos hace entender que, o bien lo omite deliberadamente, o lo considera dentro de los métodos anticonceptivo con el fin de prevenir todo embarazo no deseado. Cualquiera de estas dos barbaridades las podrían haber subsanado nuestros eurodiputados aplazando la votación y proponiendo una enmienda tan simple como añadir a la frase «prevenir los abortos ilegales», la de «y aquellos legales no deseables». En el caso de la eutanasia, para concretar la idea bastaría con añadir «excepto cualquier acción que se considere eutanasia activa».
En cualquier caso no es la primera vez que nos encontramos este lenguaje indefinido en textos legales, pues es algo muy común en las actividades legislativas de los socialdemócratas. Un ejemplo claro es la ley española de despenalización del aborto. En el tercer supuesto habla de que basta «que se presuma» que el feto nacerá con taras para que el aborto sea legal, un lenguaje que permite interrumpir el embarazo aunque no se haya probado científicamente que existe tal malformación. Y lo mismo con el primer supuesto, el «coladero» de la ley , que independientemente de la semana de gestación permite abortar si con ello «se evita un grave peligro para la salud física y psíquica de la madre».
Está visto que no aprendemos. El «informe Catania» era una barbaridad de riesgo calculado por su ponente, Giusto Catania, que tuvo toda la intención y premeditación posible para elaborar una pieza ambigua normativamente.

*Profesor de Ginecología de la Universidad Complutense de Madrid