Consejo de Ministros
La píldora
Para hacer estallar medidas de pirotecnia política, ZP utiliza el peón de su ministra en prácticas. Bibiana Aído ha asumido el papel de meritoria y, llamada a filas, anuncia con desparpajo la ampliación del aborto o la equiparación comercial de la píldora del días después con las «pastillas juanola». Para ambos casos no hay edad ni receta ni consulta al especialista: llegar, tomar y listo. Las medidas impulsadas por el PSOE son, en este asunto moral, complementarias: libera de trabas sanitarias al aborto y licita los efectos de la trivialización del sexo. La posibilidad de acarrear un bombo se esfuma acudiendo con presteza desde el asiento de atrás, tu casa o la mía, a la farmacia. De la inesperada «contingencia» de una relación adolescente se extirpa toda mancha de conciencia. Por currículum y ganas, Aído hubiera llegado, como los que van a Madrid a triunfar por la fuerza (que es como decía Marañón que se iba a la capital a triunfar), a una pensión de Fuencarral con aroma de viajantes y ropa de faena tendida en el patio de luces. Y de repente se encontró en un ministerio, con sus mecanógrafos de baja y funcionarios que cobran el mes por mover un picaporte y la extraordinaria por empujar la puerta del picaporte. Tutelada siempre como un cachorro (por la vicevogue o por el ministro/a de turno que ejerza de profesor de autoescuela), ayer, Trinidad Jiménez (la titular del asunto) le cedió protagonismo para darle su sitio y, aun así, ella no pudo evitar el complejo de apéndice que la envuelve. A Aído se le da barra libre para chupar cámara y parece atragantarse con esa sonrisa en defensa propia que esgrime con la naturalidad y el porte de una navaja suiza. A ella le toman las medidas, pero no se descarta que acabe sus prácticas en esta legislatura.
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