Andalucía
La primera Reserva de la Biosfera española
Cádiz no es sólo mar. Ni playas infinitas de arena suave. Para suerte de propios y extraños, es también la montaña y el conjunto de pueblos pintorescos que se encaraman en cumbres vertiginosas. Lejos de las coloridas cometas que sobrevuelan Tarifa, al noreste de la provincia, la llanura de la costa da paso a la delicada trama de la Cordillera Bética más occidental. Es la sierra de Grazalema, guarida ideal para el viajero que busca reencontrarse con la naturaleza más auténtica, pues tiene el honor de ser la primera Reserva de la Biosfera declarada por la Unesco en España, allá por el año 1977. Y el curioso mérito de albergar el pueblo donde más llueve de toda la península Ibérica, Grazalema, con un índice de pluviosidad medio de 2.000 litros de agua por metro cuadrado. ¡Bendita agua! Quizás sean las precipitaciones las culpables de que este rincón gaditano constituya un legado natural de valor incalculable. En una zona de agrestes relieves, con valles de paredes verticales a las que aldeas y pobladores han sabido adaptarse desde épocas remotas, la sierra conserva la esencia de la vegetación mediterránea. Encinas, alcornoques, quejigos, algarrobos y acebuches salpican las más de 50.000 hectáreas que dan forma a la Reserva de la Biosfera, también declarada Parque Natural en 1984. Pero el gran valor de este paraje se esconde en la umbría de la sierra del Pinar. Allí se emplaza el mejor bosque de pinsapos de Europa. Abeto andaluz por excelencia, de porte majestuoso y larga vida -puede vivir más de 600 años y alcanzar alturas de hasta 30 metros-, el pinsapo gaditano es una reliquia en el Viejo Continente, pues sólo se encuentra ya en las serranías de Grazalema y de Ronda. Con la mirada en las alturas -algunas cumbres superan los 1.500 metros-, no resultará difícil descubrir el vuelo señorial del buitre leonado, ya que aquí se halla una de las mayores colonias de nidificación de Europa de esta familia de rapaces. Desde el sur de la provincia gaditana, el puerto de Galis es la entrada más inesperada a la Reserva de la Biosfera. La estrecha y semidesierta carretera que llega hasta Ubrique nos adentra, sigilosa, en el corazón del Parque. La naturaleza en estado puro lo inunda todo. Durante más de 30 kilómetros, a ambos lados de la calzada no hay rastro de civilización. Tan sólo la quietud de una fauna y una flora cuya armonía penetra en el viajero llegado de la gran ciudad, poco acostumbrado a conducir sin ruidos, sin contaminación, sin excesos... Una decena de municipios Pero toparse con la civilización es inevitable. Y por estas tierras no resultará ninguna condena. Al contrario. Poco más de una decena de municipios trepan por los dominios de la Reserva de la Biosfera. Son los pueblos blancos, localidades serranas que han sabido adaptarse al abrupto relieve sin robarle un palmo de autenticidad. Ubrique, el más grande de todos ellos, será el primer alto en el camino. Conocido como la capital de la piel, el pueblo se extiende en el fondo de un valle excavado por el río que le da nombre. Bajo un gran farallón, las incontables casas parecen luchar por encumbrarse en lo alto de la roca. Consecuencia de ello, empinadas cuestas invitan al caminante a explorar el centro de una villa de ceñidas calles en las que sobresalen la parroquia de Nuestra Señora de la O, del siglo XVI, o la plaza del Ayuntamiento. La comarcal A-374, que discurre por la sierra del Castillo, seguirá el ascenso. Pronto aparece Benaocaz, pequeño enclave de sólo 729 habitantes cuyo barrio Nazarí revela su fundación musulmana. Más adelante llega Villaluenga del Rosario, parada obligada para los amantes del queso, pues la villa es célebre por la fabricación del payoyo, queso hecho a base de leche de cabra payoya, autóctona de la zona. En el meollo de la Reserva de la Biosfera, la villa de Grazalema espera alzada en la ladera de la sierra del Endrinal. La belleza del paisaje y la coquetería de sus blancas fachadas incitan a deambular sin prisa por sus calles. Será entonces cuando salgan a relucir las viejas prácticas artesanales del pueblo, popular por la fabricación de mantas de lana. Pero en este recoveco gaditano lo imprescindible es calzarse unas cómodas zapatillas y salir al monte. Son muchas las rutas de senderismo que pueden realizarse en el corazón del Parque Natural. El sendero de la Garganta Verde es uno de los más bellos, pues permite observar la panorámica del cañón por el que discurre el arroyo de Bocaleones y la cara norte de la sierra del Pinar, vestida de pinsapos. La bajada, un poco más abrupta, va a parar a la ermita de la Garganta, una cueva natural excavada en la roca en cuyo interior las estalactitas y estalagmitas se muestran como verdaderas obras de arte. El esfuerzo merece la pena. Desde Grazalema, la carretera CA-531 se da de bruces con Zahara de la Sierra, colofón perfecto del viaje, pues está considerado -no sin razón- uno de los pueblos más bellos de Andalucía. La pedanía, que parece dejarse caer por la falda de la sierra del Jaral hasta el embalse que lleva su nombre, está adornada por los restos de un castillo que recuerdan que, allá por el siglo XII, éste fue un enclave estratégico. Siglos después, los coloridos geranios que acicalan las empinadas callejuelas por las que deambulan los más viejos del lugar conducen al viajero hasta lo más alto de la villa, declarada Conjunto Histórico-Artístico. Dos miradores, cada uno a un flanco de la ladera, regalan la panorámica más inédita de Cádiz: la sierra de Grazalema en todo su esplendor.
Dónde alojarse. El hotel Fuerte Grazalema resulta el alojamiento ideal para disfrutar del Parque Natural. De categoría 4 estrellas, tiene ofertas especiales para niños y es un lugar idóneo para comenzar rutas a pie o en bicicleta. Tlf: 956 13 30 00
Turismo activo. Además de senderismo, los más aventureros pueden decantarse por el piragüismo, la escalada o el barranquismo. Egoaventura (678 695 107) y Pangeacentral (630 562 705) son algunas de las empresas especializadas en la zona.
Más información. En El Bosque está el centro de interpretación y la oficina de visitantes del Parque Natural. Aquí puede obtenerse el permiso para realizar algunas de las rutas por la sierra. Tlf: 952 15 45 99.
✕
Accede a tu cuenta para comentar