Unión Europea
La UE borra sus fronteras internas pero no debe bajar la guardia
Europa salvó ayer un nuevo obstáculo hacia su reconciliación definitiva tras el desenfoque que provocó el comunismo durante el siglo XX. Nueve países se unieron al Acuerdo de Schengen, por el que se permite la libre circulación de personas y bienes entre los países firmantes. Los ciudadanos de Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Eslovenia y Malta pueden desde hoy circular por toda la Unión Europea, excepto Rumanía, Bulgaria y Reino Unido, sin necesidad de presentar el pasaporte cada vez que crucen una divisoria nacional. Cuatrocientos millones de europeos de 24 países están cada vez más cerca del sueño de la liberalización total de los movimientos.
Pero el levantamiento de las fronteras internas puede suponer también un nuevo problema que añadir a una UE renqueante desde el varapalo del rechazo a la Constitución Europea. Hoy es más fácil para las mafias del Este del continente establecerse en los países occidentales, donde tienen parte de su negocio. También será más difícil perseguirlas sin aduanas que las paren. Además, las autoridades policiales temen que se abra un nueva ruta de inmigración ilegal desde Asia Central, principalmente desde Pakistán, un país que exporta islamistas. Europa debe seguir vigilante, sus detractores no descansan.
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