Campaña electoral
Leyes frías
La violación de dos niñas por distintas pandillas de meno- res ha da- do lugar a que los políticos consideren que cualquier endurecimiento penal ha de ser el resultado de una decisión tomada en frío, es decir, cuando haya remitido el clamor popular que las demanda. Eso es tan absurdo como lo sería dejar la lucha contra los incendios forestales para cuando se haya extinguido el fuego. Olvidan los legisladores que fueron elegidos para cumplir un mandato popular y que son sus electores quienes deciden la temperatura social a la que tendrán que hacer su trabajo. Al elector le trae sin cuidado que sus políticos sean tan sensibles al calor y lo que se escucha estos días en la calle es la opinión generalizada de que si los señores diputados se equivocan al medir la realidad social es simplemente porque viven al margen de ella. A veces tiene uno la impresión de que los legisladores consideran una rutina sus deberes más elementales y solo se sienten a gusto cuando sus reflexiones en frío a lo que conducen no es a la sensatez que les exige el pueblo, sino a la extravagancia que les garantice un titular de prensa. El pueblo es para ellos «el vulgo», y el vulgo ya se sabe que solo es capaz de generar vulgaridades, entre ellas, obviamente, la vulgaridad de luchar en caliente contra el crimen, sin permitir que la impunidad o el olvido hagan su trabajo mejor de lo que los legisladores realicen el suyo. Lo malo de las leyes frías es que con su aplicación siempre se acatarran los mismos. Si los diputados temen quemarse al redactar las leyes, que legislen con guantes.
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