Lisboa

Lisboa para los cinco sentidos

Decadente, nostálgica sin resultar triste, vieja y moderna, ciudad que se actualiza sin dejar de ser ella misma. Con el Tajo acunándola, su patrimonio cultural y gastronómico merece una visita.

La torre de Belén se encuentra en la desembocadura del río Tajo
La torre de Belén se encuentra en la desembocadura del río Tajolarazon

No hay duda: quien haya estado en Lisboa sabe que es una ciudad a la que se va pero de la que nunca se vuelve. La memoria la atrapa y se suspende el tiempo, como cuando se está allí, donde es mejor dejarse el reloj. No hay que tener prisa, sólo dejarse llevar por una ciudad que, a poca intención que se ponga, le va a deslumbrar. El Tajo, aquí, se convierte en estuario, anticipo del mar. Como los lisboetas presumen de siete colinas, abundan los desniveles y casi siempre, al final de cualquier recodo, es fácil encontrarse el azul, o el gris, según el tiempo, del río. El corazón de la ciudad es la Baixa con calles adoquinadas donde el coche está vetado. Una suerte de Gran Vía madrileña pero sin malear, sin tantas aglomeraciones de gente. El punto clave, según el gusto de cada cual: o la Plaza da Figueira, o la Plaza del Rossio. Desde allí, no tiene perdida para encontrase con la Plaza do Comercio. Pero sin prisa... Desde ese punto, hay dos opciones: la Alfama o el Chiado para después seguir al Barrio Alto. De día, a partir de las doce, mejor la Alfama. Es la Lisboa más auténtica. Subir hasta allí –es una colina– es fácil. El tranvía 28 (en dirección a Graça) conduce por calles serperteantes a la parte más monumental e histórica de la ciudad con la Sé (Catedral), el barrio del Castelo y el de Graça, donde se disfrutan las mejores vistas de Lisboa. Mejor hacerlo al atardecer.

Disfrutar de la nocheLos noctámbulos no tienen pérdida. El elevador de Santa Justa les lleva, en apenas un minuto, de la Baixa al Chiado y Barrio Alto. Siguen los azulejos, en fachadas humildes y no tanto, como el Teatro Da Trinidade. Lo demás es andar... Por la Rua da Atalaia yDa Gloria hay restaurantes de mejor comer y buen beber. Lisboa es una ciudad para tener los cincos sentidos bien despiertos: la vista, por los miradores al Tajo, los tejados y las fachadas de azulejos; el gusto, por el bacalhau, preparado de mil formas, y sus pescados, frescos y del día; el oído, porque en cualquier rincón espera un fado (canción tradicional portuguesa, portuaria y nostálgica); el tacto, de sus monumentos, piedras frías pero rebosantes de historia, y el olor... a mar, sin todavía serlo.

 

>> Cómo llegar: Los vuelos entre España y Portugal son económicos y frecuentes. Iberia, TAP Air Portugal, Vueling y Easyjet ofrecen vuelos diarios.

>> Visitas imprescindibles: El castillo de San Jorge, en el barrio de la Alfama; el Elevador de Santa Justa, una torre metálica cuyo ascensor, en tan sólo un minuto, salva el desnivel entre la Baixa y el Barrio Alto; el Convento Do Carmo, semidestruído por el terremoto de 1755, y la Iglesia y Convento de San Vicente de Forá, en la Alfama.

>> En Belém: Allí se encuentra el monasterio de los Jerónimos, construido en el siglo XVI, y la Fabrica dos Pasteis de Belém.

>> Más información: Oficina de Turismo en Portugal. Paseo de la Castellana, 141-17D. Teléfono: 902 88 77 12.