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Los Chaves Dalton

La Razón
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La historia es pródiga en hermanos favorecidos desde el poder; véanse los casos de Juan Guerra, con su despachito, o Apeles Carod Rovira, con su puestecito en París, en la embajada catalana. Lo que no teníamos era una saga completa, como la de los Ríus o los Buendía, y ahora nos llega desde la sufrida Andalucía la de los Chaves-Dalton, que no son uno, ni dos, ni tres. Por ahora van cuatro. Manuel Chaves y sus dos hermanos –Leonardo y Antonio José– y la hija-sobrina, Paula Chaves. Que un hombre se sienta tentado de utilizar su cargo público para favorecer a sus parientes no es cosa nueva bajo el sol. Llamar a un amiguete para recomendar a un hijo o meterlo en el negocio es cosa que hacen muchas personas. Lo raro es que se practique con dinero público, se descubra desde los medios de comunicación y, a pesar de todo, se consiga tapar a los ojos de toda una comunidad autónoma enorme. ¿Saben lo que dijo el consejero Martín Soler en el pleno del Parlamento andaluz para justificar a Manuel Chaves? Pues que «¡todo padre quiere lo mejor para sus hijos!». Que el vicepresidente Chaves sea un padre ejemplar no lo niega nadie, es más, es un hermano épico. Para evitar que Leonardo se quedase en el paro lo colocó como responsable de infraestructuras deportivas en la Junta de Andalucía. Y para favorecer la economía de Antonio José hizo que Leonardo le concediese sustanciosos contratos. Como la cosa fue bien y a los periodistas nadie nos hace caso cuando se trata de dinero, Manuel Chaves se arriesgó a repetir la maniobra con su hija, Paulita. Por ella y por el bienestar familiar –que ya se sabe que lo que haces por tu hija lo haces por tu vejez– concedió a la empresa de ésta, Matsa. una subvención de diez millones de euros. Para ello cambió primero la normativa local y se saltó después la Ley de Incompatibilidades, que impide firmar este tipo de ayudas a favor de parientes. No sé si Andalucía o España despertarán del letargo pero, mientras tanto, Manolo, Leo, Toño-Pepe y Pauli han pasado al romancero popular. Qué tropa.