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Los historiadores suspenden a Obama

Ocho siglos de enfrentamientos (Pinche en la pestaña superior para ver el documento)

Los historiadores suspenden a Obama
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En pleno siglo XXI, con un escenario que enterró la Guerra Fría y dejó paso al choque de civilizaciones (si hacemos caso a Huntington), o la alianza de ellas (si creemos en Rodríguez Zapatero), la política internacional miraba anteayer a Barack Obama con expectación: su discurso en la Universidad de El Cairo se esperaba como una declaración de intenciones sobre su política hacia Oriente Medio y el islam. Sus palabras miraron también hacia el pasado. «El islam tiene una orgullosa tradición de tolerancia. Lo vemos en la historia de Andalucía y Córdoba durante la Inquisición», dijo el presidente de EE UU. LA RAZÓN ha consultado a historiadores y expertos de reconocido prestigio sobre la convivencia y la tolerancia en Al Andalus. Todos coinciden en algo: Obama debería asesorarse mejor, al menos para evitar desfases históricos.


Prudente, dejando claro que presenta sólo «hechos» y no «valoraciones», el académico de la Historia y catedrático de la Complutense Miguel Ángel Ladero Quesada (Valladolid, 1943) explica que «la tolerancia religiosa en el islam está regulada en la Ley Islámica religiosa, e indica que a los cristianos, judíos y los maceos que se sometan voluntariamente se les permitirá continuar su religión, en privado, pero no hacer proselitismo, a cambio de pagar un impuesto o capitación especial al poder musulmán. Ésa es la tolerancia». El historiador, gran especialista en la España de los Reyes Católicos y Premio Nacional en 2004, aclara que «no se trata de una tolerancia en el concepto moderno de que cada cual practica la religion que quiere libremente en el marco de un Estado moderno o seglar, sino de la tolerancia dentro de una organización religiosa y política, que es el islam». Eso sí, le sorprende la parte cronológica de la declaración presidencial: «No sé qué tiene que ver Al Andalus con la Inquisición. Si es la castellana». Y diferencia entre esta institución y la pontificia, que surge en siglo XIII. «La Inquisición Española se creó hacia fines del siglo XV cuando hace ya del orden de 500 años que había desaparecido el Califato de Córdoba, y es un hecho propio de la España moderna, desde el siglo XVI al XVIII».
 

Más contundente se muestra el catedrático de la Universidad de Deusto Fernando García de Cortázar (Bilbao, 1942), que preguntado sobre si esa visión idílica de Al Andalus se corresponde con la realidad, asegura: «No, ni mucho menos. Hablamos de la Edad Media, un mundo intolerante y cruel. Ser cristiano en Córdoba, como ser judío, era algo que en el mejor de los casos sólo traía consigo importantes inconvenientes fiscales. Porque bastaba blasfemar en público contra el Profeta, por ejemplo, para ser condenado a muerte». El autor de «Breve historia de España» y Premio Nacional de Historia en 2008 mantiene que el error procede «de la mirada romántica, típica del XIX ,que descubre pretendidos mundos exóticos y felices. De una ensoñación que contrapone el mundo del bárbaro castellano, con sus ovejas paciendo en los jardines andalusíes, al mundo refinado y culto del islam».
 

DIFERENTES OMEYAS
 

Otro historiador que se esfuerza por diferenciar entre épocas y reinados es José Enrique Ruiz-Domènec (Granada, 1948): «En el mejor de los casos, la frase de Obama tiene un desfase cronológico», asegura. Y explica que «Sin prejuzgar lo que dice Obama, se puede entender como la «tolerancia durante la época de Inquisición medieval». Pero también aquí nos encontramos un pequeño desfase: el gran momento de ésta es el siglo XIII, y en esas fechas Córdoba está en su etapa terminal». Explica este experto medievalista, elegido para representar a España en la Comisión de 27 historiadores de la UE , que «hay una generalización históricamente no aceptable: consiste en pensar que toda la Córdoba de la época andalusí tiene un comportamiento similar. Incluso en la época de los omeyas, en los siglos VIII-X, es muy diferente la Córdoba de Abderramán I, de la de Abderramán II y III. El primero, «El Halcón», era un omeya bastante tolerante. El segundo no; el tercero iba por días». Y añade: «En el siglo XII, estamos ante la Córdoba de los almohades, que entran en conflicto muy profundo y hacen que las figuras fundamentales de la vida intelectual cordobesa, Averroes y Maimónides, se tengan que exiliar por razones de la presión político-religiosa que había en la ciudad. En realidad, la simplificación es abusiva en ese sentido». Ruiz-Domènec ha publicado recientemente «España, una nueva historia».
 

Otro historiador de reconocida trayectoria es Luis Suárez (Gijón, 1924), actualmente catedrático emérito de Historia Medieval de la Universidad Autómoma de Madrid. Explica el historiador que «en el islam en España se advierten varias etapas. En la primera, ensaya una tolerancia hacia los cristianos, pero poco a poco todo esto se va restringiendo y el número de iglesias disminuye. Ya en la época de Abderramán II, en el siglo IX, se producen además martirios de cristianos porque se niegan a convertirse y hay un exilio de cristianos hacia los reinos que se están constituyendo en el norte». Continúa Suárez su explicación cronológica: «El islam se va endureciendo, y en el siglo XI entran los almorávides, que son berberiscos africanos fundamentalistas y persiguen el cristianismo y empiezan a prohibirlo. Cuando los almohades se hacen dueños en el siglo XII de Al Andalus, prohíben radicalmente el judaísmo y el cristianismo».
 

Experta en el tema, ya que obtuvo el Premio Jovellanos de ensayo con el libro «Inexistente Al Andalus. De cómo los intelectuales reinventan el islam», la catedrática de Filosofía Rosa María Rodríguez Magda es rotunda sobre el desliz de Obama: «Cae en el tópico muy extendido de pensar que aquella fue una época idílica. No se corresponde con la realidad».
Recuerda también Rodríguez Magda que «los cristianos y judíos eran dimmies, grupos sometidos que pertenecían a la Religión del Libro». Aunque coincide con otros historiadores en que hubo momentos de tolerancia, matiza que «nunca correspondería al modelo que hoy desearíamos como convivencia en el siglo XXI». Y avisa: «Me parece peligroso proyectar en el futuro como ejemplo de diálogo de civilizaciones, un modelo idílico que nunca existió. Es más sensato analizar los problemas de convivencia que hubo para resolver los posibles conflictos del futuro».

 

Julia Pavón
, profesora de Historia Medieval de la Universidad de Granada, tiene claro lo mismo que sus colegas: «Mezclar la Córdoba califal del siglo X-XI, con la inquisición, que es de finales del siglo XV, es un anacronismo histórico». Y explica que «En los años 40, surgió en la historiografía española, en autores como Sánchez Albornoz o Américo Castro, la idea de la España de las Tres Culturas. Recogía una singularidad propia de la España medieval, ser plurirreligiosa, en vez de la monocromía feudal de Francia, por ejemplo. Era un "algo más"para España. Así surgió el mito idílico de la convivencia». Y aclara sobre las tres culturas en aquella época y lugar que «es cierto que coexistían, pero no se toleraban. Quizá la Córdoba califal fue cuando que se trató mejor a los cristianos y judíos, pero incluso entonces no se les permitía ningún cargo de gobierno».


Igual de directo es el también catedrático de Historia por la Complutense José Álvarez Junco (Viella, 1942), Premio Nacional de Ensayo en 2002. «Para los anglosajones hablar de inquisición española es un estereotipo. Obama quería hablar de tolerancia española, pero le salió el lapsus y, claro, España es siempre inquisición. Por supuesto, no había inquisición en el Al-Ándalus de los Omeyas, de los siglos IX-XI», aclara. Y sobre la tolerancia, dos pinceladas: «Incluso cuando había convivencia entre las culturas, había siempre conflictos. El peor momento fue con los almorávides y almohades, que eran lo que hoy llamaríamos fundamentalistas». La segunda es un matiz temporal en el que sí encajaría la visión de Obama: «La Córdoba califal sí fue bastante tolerante, con judíos en posiciones relativamente altas. Los musulmanes no insistían demasiado en convertir al Islam a los cristianos mozárabes, entre otras cosas porque los conversos pagaban menos impuestos. Era un momento de esplendor. La Córdoba del siglo IX o X era fascinante, llena de matemáticos, filósofos, una corte refinada... Carlomagno y Otón parecían caciques locales comparados con la grandeza de un Abderramán III». Se le agradece al profesor Álvarez Junco una nota de humor: «Esta mención de Obama espero que vaya muy bien para traer turistas a Córdoba este verano». El alcalde de la ciudad, quizá con buen ojo comercial, se apresuró a celebrar los comentarios del presidente de EE UU, por más que ahora los historiadores le tengan que enmendar la plana.


Profesor de Historia de las Civilizaciones en la Universidad CEU-San Pablo, Francisco Glicerio (Gijón, 1924) cree que la idealización de Al Ándalus «es un mito de la historia». Especializado en historia de los martirios, recuerda que «desde que los musulmanes entran en Al Ándalus en el año 711, se produce una ruptura de la evolución de la sociedad cristiano-católica española. Hay martirios constatados, como San Eulogio, en la propia Córdoba. En el reinado de Abderramán II ya hay martirios y se van a extender durante toda la época califal, incluso en la de Almanzor. Y se va a recrudecer más todavía con la llegada, alrededor del año 1086, de los imperios almorávide y almohade». Tiene claro el historiador que «lo que ha dicho Omaba es incorrecto totalmente», e incluso lo considera peligroso: «Puede alentar a los grupos más integristas». Y añade: «El Mediterráneo a partir del siglo VII fue un choque de civilizaciones, no una alianza. Se produce una división entre un Mediterráneo del norte, cristiano, y la parte sur, que se islamiza. No son declaraciones propias de un presidente de EE UU, que tendría que tener más cultura. O sus asesores».