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Los Pinos de Gáldar reciben ayudas 400 años después
Fueron hasta 19, pero el Cabildo de Gran Canaria, en colaboración con el Gobierno de Canarias, sólo podrá ayudar a los 11 pinos centenarios que, en mejor o peor estado, sobreviven en el norte de la isla. Los llamados Pinos de Gáldar son afortunados: van a ser recuperados para que los ciudadanos puedan disfrutarlos a través de actuaciones técnicas financiadas con unos 20.000 euros. Su situación delicada, provocada por su elevada edad pero también por los terribles efectos del fuego en sus troncos, no ha echado atrás a los gestores forestales que se han propuesto mejorar sus condiciones para garantizar su supervivencia al tiempo que facilitará a los amantes de la naturaleza disfrutar de estos ejemplares llenos de historia. Entre las actuaciones previstas se encuentran la construcción de un sendero que comunique unos pinos con otros; se entresacarán otros árboles cercanos, plantados en las décadas de los 70 y 80, con el fin de liberarlos de la falta de luz o de la competición por el agua; se colocará un cordón de seguridad alrededor de cada uno de ellos que incluirá la retirada de todo el «combustible» que tienen a su alrededor, y se estudiarán los datos biométricos de cada ejemplar que se expondrán en unos paneles informativos. Gracias a esta iniciativa, podremos además conocer mejor cada historia y leyenda de estos 11 luchadores, para lo que los técnicos hablarán con quienes seguramente mejor los conocen, los mayores y los pastores de la zona, a los que se pedirá que cuenten sus recuerdos sobre los Pinos de Gáldar. Estos pinos, merecedores de ser mimados en sí mismos, y magníficos y únicos en su conjunto, crecen en la «Caldera de los Pinos de Gáldar», en la vertiente occidental de un edificio volcánico, un volcán con cráter en forma de cono invertido en el noroeste de la isla. Una preciosa atalaya desde la que se puede contemplar buena parte del norte de Gran Canaria.Desde hace casi 400 años, estos pinos han logrado escapar por algún motivo del fuego y las hachas hasta convertirse en los ejemplares majestuosos que son hoy, con sus alturas comprendidas entre los 16 y 24 metros de altura, entre 3,50 y 7,70 metros de perímetro y con un diámetro que va desde un metro el menor hasta los 2,50 de diámetro, lo que les convierte en los más altos de Canarias. Sin embargo, en los últimos 25 años su estado se ha debilitado muchísimo, llevando a la muerte a ocho de los 19 que en 1962 se encontraban en buen estado. Para evitar un mayor declive de estos árboles singulares y monumentales, y garantizar así sus vidas, el Cabildo comenzará a trabajar en este proyecto de conservación antes de que acabe este año.
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