La Habana
La Habana: malecón caribeño y universal
Situada en una hermosa y abrigada bahía caribeña, La Habana goza de un clima cálido y húmedo suavizado por los vientos que llegan desde el mar. Los mojitos, el ron negro y los cigarros puros la han hecho famosa, pero su tesoro más valioso puede disfrutarse sin que tengamos que rascarnos el bolsillo: hablamos de la alegría de sus gentes y de la vitalidad de un pueblo que sabe ser feliz a pesar de las dificultades. Lo comprobaremos conversando al atardecer, hablando de Cuba y de la vida con cualquier habanero, mientras el sol se pone, sopla brisa caribeña y compartimos un zumo tropical en el Malecón: seguramente, el mejor momento del viaje. Porque el Malecón es el escenario cubano por antonomasia, el paseo marítimo más emblemático y pintoresco de Cuba (y quizás del mundo entero). Aquí suceden y se cuentan casi todas las historias de la isla, en una especie de bulliciosa plaza mayor en alargado con vistas al infinito y olor a sal. El casco antiguo de la ciudad, conocido como La Habana Vieja y Patrimonio de la Humanidad, es su otro gran atractivo. Es famoso por sus calles estrechas, sus numerosas iglesias, sus edificios de arquitectura colonial y las fortalezas, entre las que destaca la del Castillo de los Tres Reyes Magos del Morro, situado en un peñasco frente al mar. De aspecto siniestro y azotado por las inclemencias del tiempo, sirvió para proteger la capital de piratas y corsarios en época de Felipe II. Visitaremos también la Plaza de Armas, en el corazón más antiguo de La Habana. Aquí se localizan el Castillo de la Real Fuerza y el Palacio de los Capitanes Generales, uno de los ejemplos más hermosos de la arquitectura barroca de La Habana. Y muy cerca, la catedral. Sin duda, uno de los templos más sobrios y bellos del barroco americano.
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