El Cairo

Más de 20 años separada de su hija

María Amparo sostiene una foto de su hija, Cristina

Más de 20 años separada de su hija
Más de 20 años separada de su hijalarazon

madrid- «Me amenazó con matarme si hablaba con mis familiares. Y me pegó una paliza cuando estaba de ocho meses, lo que hizo que el parto se adelantara cuatro semanas». Fruto del dolor, Cristina nació en 1978, según nos cuenta su madre, María Amparo. Con 23 años, en 1975, María Amparo se casó con un marino mercante, egipcio y de religión cristiana. «Sufría malos tratos, psíquicos y físicos», confiesa. «Pedí la separación, porque no había divorcio. Él podía ver a Cristina dos veces por semana. Salí huyendo de casa, porque podía tirar la puerta abajo. Me amenazaba diciendo que se iba a llevar a la niña. Y cuando fui al juez, éste me dijo ¿donde no hay cuerpo, no hay delito¿». Finalmente, su ex pareja cumplió su amenaza. Han pasado 30 años, pero casos como éste se han agudizado. El Ministerio de Asuntos Exteriores confirmó a este periódico que, a día de hoy, tienen contabilizados en torno a 80 raptos internacionales de niños por parte de sus padres. Según el Colegio de Abogados de Barcelona, son 178. «Los casos se han disparado por el aumento de matrimonios mixtos. También hay que tener en cuenta que hay más divorcios. La situación se complica cuando los padres son de religiones distintas», afirman desde el Ministerio. Adolfo Alonso, abogado de Derecho Familiar, lleva más de 10 años ayudando a estos padres. Ahora lo hace a través de la Fundación Child Care, donde observa delitos de violencia doméstica asociados a estos casos. «El niño es un instrumento de lucha entre los padres, que tratan de destruir, a los ojos de su hijo, la imagen de su ex pareja», comenta Alonso. La diferencia de legislaciones eterniza unos procesos «que se deben resolver con el entendimientos de ambas partes», dice Alonso. El Convenio de La Haya, de 1980, reconoce la ejecución de sentencias extranjeras en países miembros, lo que obligaría al traslado del niño. «Sin embargo, los países árabes no son firmantes», añade. Así, «sólo se resuelven el 10 o el 15 por ciento de los casos», señala María Amparo. De un infierno, María Amparo descendió a otro peor. «Puse la denuncia, pero el secuestro no estaba considerado un delito, sino una falta, porque el secuestrador era el padre». Descubrió que su ex pareja y su hija estaban en El Cairo. «No recibí ayuda ni de la Administración ni de la Justicia ni mucho menos de la Embajada en Egipto», dice, pues el embajador nunca estaba cuando le llamaba. La madre suspendió la búsqueda porque «no quería amargarle la vida a mi hija», confiesa. Pero no podía olvidarla. Casada de nuevo, viajó a Egipto en 1993. Por mediación de unas religiosas, consiguió ver a Cristina, que tenía 13 años. Eso sí, en presencia del padre. 600 cartas en 10 años «Fue lo más bonito que recuerdo. Me quedé inmóvil. ¿Mamá, te quiero¿, me dijo en inglés». Pese a que el padre le había dicho que su madre «era una fulana o que estaba muerta», unas familiares le contaron la verdad. Pero Cristina no podía regresar a España. «Era menor y, además, en Egipto, la mujer necesita una autorización del padre o el marido para obtener un pasaporte». La madre prometió escribirle una carta a la semana. Le escribió 600 en diez años. Pero pocas llegaron a sus manos. Cuando Cristina se casó en 2002, su marido, también egipcio, le hizo el mejor de los regalos: un viaje a España para ver a su madre. Desde 2006, María Amparo vuelve a estar con su hija, ya de 31 años, así como con sus dos nietas.