Escritores
«Mi cabeza no deja de maquinar»
Carla Royo-Villanova me espera en su casa rodeada de pétalos, cremas, perfumes y alguna vela despistada. -¡Qué romántica! ¿Me regala una rosa? -¿Que le parece una crema de rosas y una sonrisa? En realidad le estoy regalando toda una aventura. -¿Con precipicios? -Todo lance conlleva riesgos, sobre todo cuando pones corazón. Hace cinco años que emprendí una de las mayores aventuras de mi vida creando la línea cosmética de «Rosas de Bulgaria». Renuncié a un trabajo estable para sacar el proyecto adelante y pedí un préstamo al banco. -Si no se apuesta a caballo ganador.. -Lo que más me motiva es la manera en que mi familia al completo se ha implicado en el proyecto. -Eso sí que es un riesgo. -Es una responsabilidad grande. Toda mi familia metida en un sueño por culpa de la bisabuela Concha. Ella, sin saberlo, fue el detonante. -Me he perdido. -Siempre me había impresionado la maravillosa piel de mi bisabuela. Cuando cumplí 15 años le pregunté: ¿Qué haces para estar así de guapa? Y me contestó: «Hijita, utiliza siempre agua de rosas». -Me lo apunto. -Ja, ja, ja. Me olvidé de aquella anécdota hasta que un día llegué al valle de las rosas en Bulgaria y el olor volvió a transportarme a mi bisabuela. -La memoria de los olores... -Ahí empezó todo. Llegue en el 98 y me apasionaron el país y sus gentes, pero, sobre todo, me enamoré perdidamente del valle de las rosas. -¿A que huelen sus rosas? -Es un homenaje a mi infancia. A esos recuerdos que viajan contigo. Quería recordar los juegos al aire libre, las carcajadas, el olor del musgo, porque nos gustaba jugar descalzos y pisarlo, el aroma a violeta porque mi tía nos regalaba caramelos, y, cómo no, a perfume antiguo en homenaje a la bisabuela. -Tiene a toda la familia metida en un perfume... -¡Sí! Los recuerdos viajan conmigo... El corazón de un perfume es un jardín de flores. Le confesaré algo: desde que empecé a comercializar la marca ha estado lleno de momentos mágicos. -Regáleme uno. -Tenía la idea de comercializar los productos pero no sabía cómo. Cuando iba a tirar la toalla, mi padre me llamó diciendo que le habían prejubilado pero que se sentía muy joven para dejar de trabajar. -Y le mandó a Bulgaria. -Exacto. Se pasó un mes entrevistando a los fabricantes y lo logró. -¿Quién le regala rosas a Carla? -Mi marido. Mi cabeza no deja de maquinar ideas y él me da serenidad. ¿Sabe que la rosa es la flor más completa? Representa el amor y la pasión, y además cura. Es mi sueño. -¿Dormir sobre pétalos de rosa? -Que todos podamos disfrutar de la magia de las Rosas de Bulgaria. Me voy con cara de pétalo y al salir, casi atropello a un chino que, sonriendo, me obsequia con una rosa.
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