Crítica de libros
«Necesitamos políticos más románticos»
Rüdiger Safranski (Rottweil, Alemania) es uno de los filósofos más prestigiosos e influyentes. Tiene, además, la virtud de expresar con claridad sus ideas, pero sin dejarse nada en la cabeza. Ahora publica «Romanticismo. Una odisea del espíritu alemán» (Tusquets), ensayo que se suma a una bibliografía dedicada a los grandes pensadores alemanes: una manera de desentrañar el espíritu de un país que inventó la filosofía moderna. Ahí están «Heidegger y su tiempo», «Nietzsche», «Schiller» o «Schopenhauer».
-Mal momento para los románticos, ¿no?
-Sí, porque es en el mundo financiero donde anida la locura: nada es racional. Se podría decir que el romanticismo mal entendido vive en el mundo financiero. Una economía sólida se basa en lo que se crea previamente, pero resulta que más de la mitad de los valores que tenemos ahora no son reales sino especulativos, imaginarios.
-El romanticismo es bueno para la poesía y malo para la política.
-Porque la política no puede vivir de la fantasía, el arte, el deseo: va en contra de su lógica. En arte, el romanticismo debe ser radical, pero no en política. Aunque necesitamos políticos más románticos. En esta crisis económica nos hace falta algo más que el mero razonamiento económico.
-¿La cultura alemana merece una obsesión ?
-Acepto que sea una obsesión basada en que se ha olvidado su gran tradición de pensamiento.
-¿Lo dice con melancolía?
-Es una auténtica pérdida. La cultura, la literatura, la filosofía en 1800 fue nuestra época dorada.
-Y muere en 1945, con Hitler.
-La época del romanticismo muere con Goethe, pero lo romántico sigue perdurando y la última vez que se manifiesta con fuerza es en el 68.
-Isaiah Berlin habla del romanticismo como un «genial desenfreno», que condujo a la irracionalidad.
-Hacia 1800, el romanticismo fue un desenfreno genial, sí. Era un movimiento original, lleno de fantasía, nada convencional. El romanticismo era una rebelión contra el principio de realidad, y de eso se aprovechó el 68, pero su potencial va más allá de la política.
-El romanticismo también inventó la nación alemana.
-Pero no en un sentido chauvinista, sino teniendo conciencia de la propia historia e identidad cultural.
-¿Basta con desear un nación para conseguirla?
-Pero es que entoces Alemania era un gigante cultural y un enano político.
-¿No es peligroso fundamentar la naciones en la voluntad?
-Sí, puede ser peligroso, pero no hay que olvidar que en Alemania imperaba la moral protestante, que era tan fuerte como para domesticar a esa voluntad de poder.
-¿Los nazis se aprovechan o conectan con los románticos?
-El nacionalsocialismo se aprovecha del romanticismo y utilizó todo lo que le podría granjear un prestigio cultural. La Quinta Sinfonía de Bethoven le servía para dar grandes noticias. La fuente más importante del nacionalsocialismo es el pseudocientifismo del siglo XIX, pero vulgarizado, el darwinismo social, la doctrina de la raza, la eliminación de toda la vida que se considere degenerada.
-El romanticismo era como una religión que se enfrenta a un mundo secularizado.
-El romanticismo lo que hace es anticipar la modernidad. Antes de que hubiese brotado el verdadero capitalismo, el romanticismo ya había hecho surgir una especie de anticapitalismo, porque, decían, no se puede medir todo con dinero.
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