Suecia
Noomi Rapace la heroína del fenómeno «Millenium»
De ascendencia española, la actriz ha saltado a la fama con la interpretación de Lisbeth Salander en el filme «Los hombres que no amaban a las mujeres», basada en el «best-seller» de Stieg Larsson.
Son unas suelas grandes, gruesas y visiblemente incómodas que levantan su estatura unos centímetros. Pero eso fue antes, al comienzo de la entrevista, cuando te la cruzas por el pasillo. Ahora está sentada, recostada en una esquina del sofá con las piernas cruzadas y los pies descalzos. Y los zapatos, esos zapatos duros que intimidan, quedan en algún lugar por debajo de la mesa. Noomi Rapace sujeta el pelo con una horquilla. No es tan menuda ni tampoco tan baja como aparenta en «Los hombres que no amaban a las mujeres», la película que la ha catapultado a la fama. Escucha las preguntas con atención y piensa las respuestas. Mira hacia arriba y sonríe. Es simpática. Hasta la tercera o la cuarta pregunta, cuando explica los sentimientos de su personaje. Entonces las palabras se quedan a medias, como si no salieran, transforma el gesto, crispa una mano y, de repente, reparas que allí ya no está Noomi Rapace, ha desaparecido. Y que quien te observa fijamente desde el fondo de esa mirada, agazapada tras el ángulo de una cabeza inclinada, es Lisbeth Salander con sus ojos negros, negrísimos, y opacos como los de un depredador. «Todo su odio y agresividad es una crítica a la sociedad. Es un modelo porque todos entienden lo que la han hecho, porque no se hunde y siempre se levanta». La segunda, en septiembreEl personaje de Larsson se ha convertido en la protagonista indudable de sus novelas y de las películas (que ya están rodadas: la segunda parte llegará a España en septiembre y la tercera, en enero de 2010). «Todo el mundo puede ver por qué ella es así. Es muy inteligente, pero no la han tratado bien, le han fallado las personas de su alrededor: desde los padres, hasta el resto de la familia y los médicos. Ella está sola. Después de su violación, en una de las escenas del filme, ves que no coge un autobús ni el metro, no llama a un amigo, no llora, no se encierra en una habitación culpándose, como les sucede en numerosas ocasiones a las mujeres que son maltratadas. Ella regresa a casa, se fuma un cigarillo con tranquilidad, recoge la cámara de fotos y piensa inmediatamente en cómo vengarse de lo que le han hecho. Descubre cómo es posible sobrevivir en ese mundo. Por eso, Lisbeth Salander se ha convertido en un modelo para algunas personas». Un papel deseado por las actrices suecas por sus aristas, contradicciones y complicaciones sentimentales. Es la vertebración entre una máscara de hierro y un rostro de carne y hueso. «Se hicieron pruebas a muchas chicas. Habrá algo de envidia hacia mí –asegura riendo–, pero en Suecia la gente es muy diplomática». Luego habla de la dificultades que tuvo al trabajar el personaje: «Lo más complicado fue el equilibrio. Qué podía mostrar y qué debía quedarme. Ella controla su cuerpo y sus sentimientos. En un libro puedes desarrollar lo que está pensando en varias páginas. En el cine, no. Lo complicado fue eso: qué enseñas y qué te guardas para más tarde». La complicidad de Rapace con Salander comenzó antes del rodaje, con la lecturas de la saga «Millennium». «Desde el primer momento la sentía cerca; me sentí conectada a ella». Reconoce cómo imponía la enorme carga sexual y violenta que conlleva interpretar a una mujer de carácter extremadamente fuerte, arisca, ensimismada, anoréxica, y un código ético que sólo responde ante sí misma. «Esa energía que exhala te impone, pero no me hizo sentir asustada y era muy necesaria para dotarla de cierta credibilidad en la película». «Hacker», el contrapoderLisbeth reconoce la naturaleza del poder: la información. Algo fundamental para una «hacker», y un rasgo que parece apreciar hasta la propia Rapace. «Está claro que quien controla internet tiene el poder. Hoy existen bastantes "hacker". Podrían hacer uso de sus conocimientos y destruir muchas cosas, pero no lo hacen. Y dudo que su propósito exclusivo sea ese. Pero está bien que los políticos sepan que personas como esas están ahí detrás. Es como un contrapoder en la oscuridad. Hasta creo que es bueno que existan». Las novelas se mueven en un ambiente que recupera el pasado nazi de una supuesta sociedad idílica y remueve temas oscuros, ocultos por lo general, como son los asesinatos de mujeres y el acoso y maltrato que padecen. «Existe un paralelismo entre la realidad y las novelas –comenta Rapace–. Larsson ha sacado cosas a la luz que pasan y que son abominables en esa hipotética y maravillosa Suecia. Y las pone sobre la mesa para que se puedan resolver. Pero también hay que señalar que es una realidad distorsionada, aunque no deje por eso de ser realista». El fenómeno de las novelas ha convertido a Lisbeth en un referente que ha calado en internet, donde cuenta con auténticos «fans» y foros de debate, y hasta existe alguna voz que clama por tener a su lado a una amiga como Salander. «La clave es que no se vende jamás a nadie. Cuando le pegan se incorpora y golpea. Eso, creo, es lo que les gusta a muchas chicas. Resulta tan misteriosa porque, suceda lo que suceda, siempre se levanta ante la adversidad. Y eso es muy atractivo. Esa energía que posee llega hasta el espectador. Las chicas que reclaman una amistad parecida a la de Lisbeth, lo hacen porque ella sería hasta capaz de morir por alguien. Su lealtad llega hasta ese punto».
Un mundo sórdido de maltratosTodavía no ha llegado la tercera entrega de la saga «Millennium», «La reina en el palacio de las corrientes de aire» (Destino), a las librerías. El próximo 18 de junio, los lectores asaltarán todos los estantes para buscar la última entrega de una trilogía que se ha convertido en un fenómeno literario. El autor, Stieg Larsson, murió de un ataque al corazón antes de que conocer el éxito de sus obras. Había partido de sus conocimientos periodísticos, de sus estudios sobre la importancia del pasado nazi en su país, para trabar una historia violenta sobre una serie de asesinatos de mujeres que habían quedado sin resolver en Suecia. El libro descubre cómo detrás de la aparente tranquilidad de esa sociedad existe un mundo sórdido de maltratos. El novelista se centró en un personaje, el atractivo y mediático periodista Mikael Blomkvist, que dirige la revista «Millennium» y que siempre está rodeado de mujeres. Pero al autor le creció al lado una réplica femenina que barre del primer plano literario al protagonista: Lisbeth Salander, a la que da vida Noomi Rapace en el filme. Un ser introvertido que no encaja en ese país. De hecho, parte de las novelas trata sobre este asunto particular. Cómo una chica con problemas familiares desde la infancia queda relegada en una sociedad a pesar de su brillante inteligencia y su capacidad matemática.
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