El Cairo

Obama predica

La Razón
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Una cosa es predicar y otra dar trigo. Su prédica en El Cairo era un desafío para muy osados y él lo es. El peligro de descontentar a unos u otros o a todos a la vez era enorme. El mundo árabo-islámico no está para que le recuerden lo mucho que hace mal sino para recibir humildes disculpas por los infinitos agravios de los que se considera víctima. El espectáculo del poderoso americano lisonjeándolos los ha dejado lo bastante contentos como para perdonarle las suaves críticas. En ningún caso podía ir a escupirles a la cara, pero lo dicho y lo silenciado no crean las bases de una nueva relación basada en la verdad y el respeto mutuo. La adulación, la ocultación, las falsas equivalencias morales no son la manera de coger al toro por los cuernos. Decir que el Islam es tan tolerante como América es una enormidad. Las lacras de la historia de Estados Unidos no se pueden comparar a la situación del ciudadano de tercera de los no musulmanes donde éstos mandan, siempre y en todas partes. El grave problema israelo-palestino sólo es la clave del Oriente Medio en la distorsionada y autocompasiva percepción de sus habitantes, pero quedan otras muchas tragedias contempladas con indiferencia y desprecio. Musulmanes matan y oprimen a musulmanes en proporciones mucho más grandes que las de las víctimas del conflicto en Tierra Santa. La de las cristiandades apostólicas en vías de extinción bajo la bota islámica no es la menor de las tragedias. Abandonan su tierra milenaria sin matar a nadie. Los kurdos, Darfur, las pasadas matanzas en Argelia. La dictadura como sistema único. No ha habido para un nuevo comienzo, pero sí molienda personal para Barak.


* Presidente del GEES