Santander
Oreja al espectáculo
- Santander. 7ª corrida de la Feria de Santiago. Se lidiaron toros de la ganadería de Cebada Gago, bien presentados pero de mal juego en líneas generales. Lleno en los tendidos del coso de Cuatro Caminos.- Juan José Padilla, de grana y oro, estocada (silencio); pinchazo, estocada, aviso (oreja). - Javier Valverde, de nazareno y oro, pinchazo, estocada (silencio); pinchazo, media estocada (silencio). - Luis Bolívar, de azul marino y oro, estocada (silencio); estocada (silencio)
Si Bañuelos había puesto la primera piedra, Cebada Gago acabó por construir la atmósfera de desilusión. Es difícil, casi imposible, que fluya toreo cuando el toro ronda la media arrancada o la embestida cabrona, huraña, reprimida, robada y agresiva después. Entre el susto y la indiferencia transcurrió la tarde. Salvo cuando Padilla, el fenómeno Padilla para estudiar aparte, salió a escena. Entonces, la vara de medir fue otra. El tipo se inventó la faena, la oreja y montó un espectáculo suyo, propio, particular, en el que la gente, su gente disfruta, corea y se entrega. ¿Es el concepto puro? No, pero es otro circuito y tiene adeptos. El ciclón de Jerez vino vestido de un rojo tan intenso como la muleta y con esa vivacidad comenzó su función. Ágil con los palos, en la misma cara le quedó el tercero al violín y prólogo de faena en el estribo al de Cebada. La explosión se resolvió en nada por la falta de gasolina del animal. Quedó el toro paradote, descastado y a medio camino de ninguna parte a pesar de los intentos de Padilla. Media arrancada tenía el toro, no más, pero le fue suficiente al de Jerez para montar su espectáculo con el cuarto. Quitó por faroles y navarras, pareó después. Se puso serio en la faena y acabó con rodillazos y desplantes. Una estocada espectacular y una oreja que ponía el colofón a una puesta en escena muy peculiar. Otra vertiente vivieron Luis Bolívar y Javier Valverde. No fue el segundo un dechado de claridades, pero cuando Valverde comenzó a tragarle por el derecho el toro sometido acudía mejor. Sin acabar de romperNo permitía despistes y sin despistes también intentaba alguna que otra colada. Basó el salmantino toda la labor por el pitón diestro, un exceso, ya al final cuando se puso por el zurdo tampoco era tan desalentador. Anduvo firme pero sin acabar de pisar el acelerador. Con el quinto había que andar muy listo. Iba al paso el toro y tenía muy claro que detrás del trapo, a pocos centímetros, se encontraba el torero. Mucho peor cuando lo intentó al natural. Valverde se justificó. Ya se vio en los primeros tercios que el tercero no iba a ser una perita en dulce, pero la disposición es el único bien impagable cuando el toro resulta mediocre. Bolívar lo intentó, por tafalleras de capa y después en un trasteo brindado a su anterior mentor Victorino Martín hijo. Amigo después de todo. Le dio distancia, mando, firmeza, pero el toro valía poco y en eso se quedó todo. Lo mató de un estoconazo de premio. El sexto de la tarde se vencía por el derecho y tenía violencia a raudales por el izquierdo. Ya al final le pegó un arreón de mil diablos que cerca estuvo de acabar la tarde con otro color. Hablar de diversión con estos mimbres suena raro...
EL CARTEL DE HOYToros de la ganadería de Victorino Martín para El Fundi, Antonio Ferrera y Joselillo.
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