Dinamarca
Orgullo danés
Dirección: Ole Christian Madsen. Intérpretes: Thure Lindhardt, Mads Mikkelsen, Stine Stengade, Peter Mygind. Duración: 130 min. Dinamarca-Rep. Checa-Alemania, 2008. «Biopic»
En «El libro negro» Paul Verhoeven decidió retratar la historia de la resistencia holandesa como si estuviera haciendo cine de aventuras, con una vitalidad y un sentido del humor poco habituales en las películas que quieren recuperar la memoria histórica de uno de los momentos más sombríos de Europa en el siglo XX. Una de esas películas es la plomiza «Flame y Citron», «biopic» de dos héroes de la resistencia danesa cuyo sentido último es demostrar que Dinamarca también fue ocupada por los nazis y también contó con la ayuda de patriotas que, pistola en mano y a pecho descubierto, mataban a bocajarro a daneses simpatizantes con la causa alemana.
Es lo único que se saca en claro de un filme que traiciona su obvio didactismo manteniendo un inepto silencio sobre la biografía de sus dos protagonistas (algo sabemos de Flame, nada sabemos de Citron), interpretados en clave monocorde por dos actores con cara de palo que no se merecen el tiempo que acaparan en pantalla. De Flame (Thure Lindhardt) sabemos que lo busca todo el ejército nazi enclavado en Copenhague, y aunque mata sin máscara, dejando vivas a algunas de sus víctimas, se pasea tan campante por bares y hoteles .
No es el único hecho implausible en una película que clama a los cuatro vientos estar basada en hechos reales y que maltrata continuamente la verosimilitud de lo que cuenta. Si no nos creemos a Flame y a Citron, si sus dilemas morales no nos afectan, si no entendemos por qué tienen el rostro permanentemente sudoroso, si no cuela el nihilista retrato que hace la película de la (falta de) ética en tiempos de guerra, ¿qué nos queda, entonces?
Un filme esforzado y académico, una producción europea de qualité que pide a gritos una dirección menos complaciente y más desarrollo de personajes, un filme que nació para ser miniserie educadamente patriota y que se ha quedado en un concentrado de episodios nacionales que constata que de los nazis no se libraron ni los países donde nunca pasa nada; en fin, una lección de historia que le hace un flaco favor a la materia prima que la sustenta.
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