Automóvil

«Por favor sacadme de aquí»

Los testigos relatan cómo el policía gritaba desde el coche mientras ardía 

«¡Por favor, sacadme de aquí!»
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«¡Por favor, sacadme de aquí!». Fue el grito deseperado de Eduardo Antonio Puelles, la última víctima de ETA. Así lo aseguraba ayer Alejandro, que junto a su esposa, se encontraba a tan sólo diez metros del origen de la explosión. Tenían su coche aparcado cerca del vehículo del policía. La mujer se había introducido ya en el coche, pero Alejandro estaba todavía en el exterior. Así lo relataba aún tembloroso: «Vimos al lado nuestro un coche que estaba arrancado. Y en el momento que iba a salir, hubo una explosión, y se incendió. Luego escuchamos gritos y sólo nos dio tiempo a meternos dentro de nuestro coche y salir corriendo. Todo ardía y sólo escuchamos los chillidos. El policía decía "sacadme de aquí", pero no se podía hacer nada porque todo estaba en llamas». Ramiro Suárez se encontraba subiendo por una rampa de acceso al aparcamiento. «El coche voló. Fue como una bomba atómica. La llamarada alcanzó los seis o siete metros», describía conmocionado. La explosión dejó a Puelles gravemente herido, incapacitado para salir de su coche. La virulencia que alcanzaron las llamas en pocos segundos impidió que nadie se aproximara, ni tan siquiera los servicios médicos.

Llamadas desesperadasSu móvil no dejaba de sonar. Los intentos de sus compañeros por ponerse en contacto con él no dieron resultado. Una de las personas que le llamó insistentemente fue otro inspector que el pasado lunes hizo el examen para ascender a inspector jefe. Su compañero le llamaba para pedirle datos acerca de la explosión, ignorando que la víctima era el propio Eduardo, informa Vasco Press. Entretanto, la mujer de la víctima, que había escuchó la explosión desde su casa y bajó corriendo, sufría un ataque de ansiedad,y era trasladada junto a sus dos hijos, al hospital de Basurto, donde fueron atendidos de un cuadro de ansiedad, «habitual en procesos de shock por duelo», según indicaron fuentes médicas.Tras el atentado, un hermano de la víctima se lamentaba de que Eduardo hubiera dejado el coche allí: «Es el puto sitio, es el puto sitio», gritaba roto por el dolor.