Estreno

Querida Eva González:

La Razón
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Yo también habría concurrido a un certamen de belleza si tuviera otro óvalo de cara, unas medidas capaces de frenar la conexión espacio-tiempo con el aspa de las piernas y todas las curvas en su sitio y por su orden. Habría buscado un par de amigas que me inscribieran en el concurso, porque la petulancia de hacerlo una misma lo convierte en vicio de carácter, y, tras calzarme la corona, me atiborraría a galletas mágicas como las de Alicia que me permitieran acceder por todas las puertas. ¿El Oscar de Halle Berry o la Basinger vale menos por su pasado de bellas? ¿El título de la baronesa Cervera tiene menos apresto? Ateniéndonos a las leyes del karma, vuestra estructura ósea es un regalo que la rueda del sámsara os ha hecho, digan toda la misa preconciliar que quieran las trasnochadas feministas. Eva: eres guapa, tienes duende, no se te da mal la cosa de la cámara y para colmo te has ligado al torero de belleza furiosa al que, a pesar de ser un chulazo, a nadie se le ocurriría tildar de oligofrénico. El reduccionismo es un efecto secundario de la envidia. Eso sí, yo ataría corto a «Miss Universo» para que no vocinglee perlas como que Guantánamo es divertido... ¿Ves?: La que es tonta, es tonta, independientemente de lo guapa que sea. A tu entera o parcial disposición, Ángeles.