Artistas
«RAF» el otro pasado alemán
extremistas El RAF puso en jaque al Gobierno alemán en 1977 (junto a estas líneas, imagen del filme)
«No queríamos contar la historia de la RAF para aquellos que la vivieron, sino para los que no la conocían». El cine alemán está acostumbrado a volver su vista atrás, aunque casi exclusivamente para relatar desde los más variados enfoques la época nazi. El director Uli Edel y el guionista y productor Bernd Eichinger, las almas de «RAF: facción del Ejército Rojo» se propusieron iluminar otro pasaje oscuro de la reciente historia germana: el terrorismo de extrema izquierda que terminó con la vida de casi 40 inocentes desde su fundación, en 1970, hasta su autodisolución, en 1998. La cinta, la más cara producida jamás en Alemania, repasa la génesis y apogeo de la RAF de una forma que algunos han considerado demasiado espectacular. Arranca con la tensión generacional entre los estudiantes progresistas de los 60 y sus padres -la «quinta» del nazismo-, que encuentra una válvula de escape durante las revueltas universitarias de 1968. Algunos apuestan entonces por la violencia: Ulrike Meinhof, periodista, se convertirá en ideóloga del grupo; Andreas Baader, vividor y hedonista, en líder; y Gudrun Ensslin, insatisfecha hija de un pastor protestante, en asesina despiadada. Tensión sexual Semejante triunvirato, salpicado de tensión sexual y rodeado por un puñado de iluminados, que se irían renovando conforme triunfaban las pesquisas policiales, consiguió provocar la mayor crisis interna de la República Federal Alemana en 1977. El suicidio de los tres después de que el canciller, Helmut Schmidt, se negase a sus exigencias marcaría el inicio del declive de la RAF. Eichinger alumbró hace cinco años otro gran éxito a medio camino entre el séptimo arte y los manuales de historia. Pero lo que en «El hundimiento» era contención y alarde interpretativo por parte del actor suizo Bruno Ganz (también presente en «RAF»), se convierte ahora en un despliegue de efectos especiales y tiroteos espectaculares. Tal vez sea más comercial (más de dos millones y medio de alemanes pasaron por las taquillas),pero a los familiares de las víctimas no les ha hecho ninguna gracia.
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