Andalucía
Recital de Iturralde y el Madrid respira
Empezaron a un tiempo, Madrid y Barça, y cuando ambos terminaron la faena a Schuster le cundió tanto y a Rijkaard tan poco que, consumido el sábado, los madridistas irrumpen más líderes en el domingo y los azulgrana se descuelgan hasta los cinco puntos. En Andalucía pudo cavar el Madrid su tumba, había precedentes, tres partidos jugados, tres derrotas: Sánchez Pizjuán, Ruiz de Lopera y Almería. El Nuevo Colombino no se integró en la leyenda porque Rafa e Iturralde se sumaron al elenco como auténticos okupas de un escenario, el futbolístico, que no es el suyo. Total, que ganó el Madrid, que remontó el tanto de Martín Cáceres, que empató en fuera de juego por medio de Raúl y que, ya contra nueve, pero con diez, Robinho hizo el segundo y el tercero, hasta el 2-3.
Indolente y rancio, así se descubrió el Madrid en el primer tiempo contra el Recreativo, y éste, ambicioso y disciplinado. En lo que afectaba al anfitrión, su puesta en escena no tenía nada que ver con la leyenda aquella de que contra el Madrid todos los equipos se crecen. Ya no es eso. Ahora es el Madrid el que mengua, el que parece que, desde que entró en 2008, ha olvidado el patrón que le llevó a imponerse en los campos de los grandes... Y parece un equipo pequeño. Y no lo es.
La primera mitad sólo podía resumirse así: mucho mejor el Recreativo; flojísimo el Real Madrid. Y empató a uno. Sí, eso es lo que tienen las plantillas extraordinarias, y la madridista lo es, calidad a raudales, anque tantas veces se empeñe en ocultarla. A los 39 segundos de juego ya intervino Casillas. En el minuto 16 recibió el primer gol. Jugaba el contrario en sus inmediaciones y a nada que precisara en los desplazamientos de balón podía hacer daño... Martins sacó una falta desde la izquierda y Martín Cáceres, central, ganó la espalda a la zaga y remató con el pie. Cannavaro regañó a Sergio Ramos, distraído en la acción. Y el Nuevo Colombino gritó de gozo. Con Manolo Zambrano, el sustituto del destituido Víctor Muñoz, el equipo suma. Hasta ayer, siete puntos de nueve posibles. ¿Y Schuster? Tenía una vía de agua considerable, una fuga que le complicaba la Liga en cada encuentro... Hasta ayer.
Cumplido el minuto 25, el Madrid seguía sin distinguir la zamarra de Sorrentino; pero en el 28 la vio. Centró Drenthe, entonces por la banda derecha, y Raúl, que partió en fuera de juego, le echó valor, se jugó la cara al cabecear con el meta local, que salió tarde, se anticipó y marcó. Todo lo bueno que había ocurrido hasta ese instante nació en el lado onubense; pero bastó un descuido –de «Rafa no me jodas», mal colocado, porque no se percató de la posición antirreglamentaria de Raúl– para que reinara el equilibrio.
Pero era ficticio, aunque el marcador reflejara lo contrario. Un tiro, un gol. Ésa y no otra era la verdad de Schuster, quien, a falta de 45 minutos, seguía sin saber lo que es ganar en Andalucía... No contaba con Rafa, con la astucia de este protagonista inopinado que es capaz de encontrar una aguja en un pajar con tal de salir en la foto. No vio el fuera de juego de Raúl y, en cambio, en el barullo, sí que apreció con nitidez el manotazo de Beto a Heinze, pero no el de Heinze a Beto, ¡qué vista! Y el maestro Iturralde, de la escuela de su ayudante, no dudó en expulsarle después de la entrevista que ambos mantuvieron en la banda.
A los 51 minutos el Recreativo se quedaba con diez. Y con 1-1 en el simultáneo y frente al líder, necesitado de triunfos y de puntos, y ante Casillas, que le despejó dos goles cantados, salir airoso resultaba harto difícil. Pero estaba en el campo el maestro Iturralde, y también Sergio Ramos, que sacó el codo a pasear, le pillaron y vio la segunda amarilla. A los 55 minutos, diez contra diez.
A don Bernardo Schuster debió parecerle que corría peligro el empate y, en lugar de volcar a su equipo sobre la portería contraria, optó por reforzar la defensa. Mientras tuvo dos jugadores de banda, no los aprovechó. Apenas hubo noticias de Robben, ni de Drenthe, así que retiró a éste y entró Pepe. En el Recreativo había salido Quique Álvarez por Aitor, y Álvarez se ganó la roja a pulso después de hacer una entrada criminal a Robben. Minuto 68, nueve contra diez.
Con ayuda del árbitro, el partido poco a poco fue descomponiéndose, y en tal estado de putrefacción fue cuando Schuster se acordó de Robinho y quitó a Cannavaro. Providencial. El brasileño, en segundos, tuvo una ocasión y no la desperdició. Ganaba el Madrid (1-2) con un jugador más, y con Robinho, que luego hizo el tercero. El tanto de Martins, el 2-3, fue una anécdota.
Como dejó escrito Antonio Machado, «la verdad es lo que es y sigue siendo verdad aunque se piense al revés». Pues eso, que al final lo que cuenta es el triunfo, y éste correspondió al Madrid, sonreído por la fortuna, de nuevo, y por el árbitro. ¡Ah!, y Rafa, que volvió a joder.
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