responsables ante la gripe

Si hay un tema que está acaparando páginas y portadas de los medios de todo el mundo en las últimas semanas, ese es el de la gripe porcina. Y no es de extrañar tanta atención mediática, pues la Organización Mundial de la Salud ha situado en un nivel de cinco sobre seis el peligro de que la enfermedad se convierta en pandemia. Por lo tanto, hasta aquí nada raro ante semejante despliegue. Sin embargo, también cabría decir que nunca antes tanto volumen informativo había generado tanta confusión. ¿Es tan grave la situación como podría parecer? ¿Es tan dramática su extensión a todo el mundo?

No estaría mal que los propios periodistas hiciésemos un poco de autocrítica. Todos, en mayor o menor medida, somos sensacionalistas. Todos, en mayor o menor medida, escogemos la foto de portada en función de su posible impacto y nadie ha sido capaz de resistirse a la tentación de ilustrar sus páginas con la población protegida con mascarillas, imágenes atractivas desde un punto de vista periodístico, pero poco relevantes informativamente.

Efectivamente, ha habido muertes en México, pero igual que las ha habido en los últimos años en ése y en otros muchos países a causa de la gripe común. ¿A quién le importaba hasta ahora cuántos mexicanos morían de afecciones respiratorias? ¿Por qué esta repercusión mediática, cuando en España los casos confirmados están casi todos en su casa y sin mayores consecuencias? ¿Por qué no se habla en los medios, por ejemplo, de los más de 8.000 casos de tuberculosis que existen en España, enfermedad también contagiosa y más grave que la gripe, y de la cual se producen más de nueve millones de casos en el mundo?

Para analizar el papel que están jugando los medios ante esta emergencia, la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (Amedi) ha creado un blog –http://mediosantelainfluenza.wordpress.com– para que los profesionales de la comunicación intercambien información, expresen sus inquietudes o manifiesten sus dudas respecto de la repercusión que está teniendo la enfermedad, del modo en que se está tratando informativamente, o de la credibilidad de las noticias que aparecen.

Uno de los participantes en este blog llega a quejarse de que «hay un afán en EE UU por crear aversión a lo mexicano. Primero nos culpan por su severo problema de adicción a las drogas; luego cierran la frontera a los camiones mexicanos; después llaman a no visitar México por la violencia; luego ensalzan a un narco mexicano […]; desde hace años fomentan el odio racial contra los mexicanos al señalarnos como una amenaza para su seguridad nacional; y ahora algunos vivales descabezados aprovechan el tema de la influenza humana para pedir el cierre total de las fronteras con México».

Destaca otra entrada en el blog que analiza el papel de los medios: si bien ensalza su labor al principio, luego explica que la situación «se ha ido tornando en una estrategia de competencia entre medios que, de principio, no es incorrecta. El problema surge cuando pasan de ser coadyuvantes de la situación de emergencia sanitaria a protagonistas utilitarios de la coyuntura; cuando minimizan el seguimiento de los hechos para explotar todos los ángulos dramáticos de la noticia: las historias de los infectados que salvaron la vida o las condiciones paupérrimas en las que viven aquellos cercanos a los criaderos de puercos», por citar algunos ejemplos.

Ante semejante afirmación, poco más se puede decir. La lástima es que nadie se aplique el ejemplo.