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Se buscan líderes

La Razón
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Ha llegado el tiempo de los líderes frente a los políticos, aunque no muchos parecen querer darse cuenta. Es la diferencia que va entre los que administran el futuro y los que gastan el presente, entre quien actúa con la inequívoca intención de esperar a que termine el día o a que lleguen las próximas elecciones y quien hace el intento de prever unas mejores condiciones de vida para las siguientes generaciones. Aquí no estamos por la labor de complicarnos el día haciéndonos preguntas que nos cuestionen lo que hacemos más allá de las doce de la noche, pero en algún momento, por voluntad propia o por la fuerza de las cosas, alguien tendrá que hacerlo y responder. Porque no es normal, por encima de cualquier incertidumbre económica, estas cosas que nos pasan y que indolentemente aguantamos. No es normal que gastemos tantas de nuestras energías y de nuestros esfuerzos en asuntos menores y de enorme pereza intelectual –como corruptelas de partidos, financiación autonómica, Gibraltar...– mientras que dejamos para otro día lo que verdaderamente importa. ¿Considera alguien normal que con la mayor tasa de paro del Occidente mundial aún no tengamos visos de apostar siquiera por algún determinado modelo de desarrollo? ¿Es normal que nuestros hijos, treinta años después de instaurada la democracia, tengan un nivel de educación que les seguirá impidiendo competir por mejores puestos de trabajo? ¿Lo es que con los impuestos de todos se paguen fiestas y peroles mientras en las urgencias de los hospitales es necesario hacer cola? ¿Pueden los Ayuntamientos estirar la manga y devolvernos a cambio unos pueblos esquilmados y sin servicios? ¿Es inevitable el atasco en las ciudades mientras simultáneamente se discute la obviedad de construir un transporte público eficiente?Cada segundo que pasa, todos y cada uno de nosotros pagamos un impuesto, bien por la propiedad de nuestra casa, bien por el Iva que gasta el frigorífico, lo que nos da derecho a exigir respuestas precisas a cada una de tantas preguntas verdaderas. La primera es si alguien alguna vez ha visto a un líder y no a un político cualquiera, que avise. Y lo segundo es que le diga que será recompensado en el futuro.