Oporto
Sergio «Kun» Agüero: «A veces dejo al niño y me escapo a jugar con la Play»
El «Kun» quiere alcanzar la «Champions» y disfrutar de suhijo. Pretende quedarse, pero deja su futuro en manos del club
Llega tarde a firmar unos papeles de su hijo, pero Agüero no tiene prisa. Esta semana está secuestrado por la prensa porque antes lo secuestró su director de comunicación. Pero él encadena entrevistas y sonrisas. Su hijo le ha cambiado la vida y el aspecto. El pequeño, ahora, es un amuleto en sus brazos antes de los partidos y un tatuaje en su brazo izquierdo con el nombre de Benjamín. El hijo del «Kun», el nieto de Dios. –¿Cómo le afecta ser padre?–Te cambia bastante, pero nada. Antes estaba un poco más fastidioso... porque sí, por la vida, pero ahora llego a casa y me quedo con mi hijo jugando y ya no estoy nun- ca más fastidioso. Y eso en la cancha se nota, que estoy más feliz, más contento.–¿Ha cambiado la «Play» por el niño?–Eso sí. Pero a veces lo dejo un rato con la madre y me escapo y juego. Sin que se dé cuenta. Si se entera de que voy a jugar, me dice que no. Tengo que ir a escondidas.–¿Cómo lleva la relación con Ma- radona, que sea su suegro y su seleccionador?–Cuando yo estoy con el conjunto de la selección es el entrenador y tengo que respetarlo como los demás compañeros. Una vez que se termina la selección es mi suegro. Hablamos de fútbol, pero nada serio.–¿Pensaba que iba a llegar hasta aquí cuando jugaba en el barrio de pequeño?–Cuando era pequeño quería jugar en Primera. Debuté a los 15, después me quedé en Primera y ya había cumplido el sueño, pero nunca imaginé estar acá. Lo veía por la tele y cuando el Atlético de Madrid se interesó por mí quise venir porque la Liga española es la mejor del mundo y, además, este club que es muy importante. Y acá estoy.–¿Los partidos aquellos en la villa con apuestas de por medio le han ayudado para hacerse más fuerte en el campo?–Creo que sí, porque jugaba con chicos más grandes. Tenía doce o trece años y jugaba con gente de 20, 25, 30, había de todo. A veces te llevabas una patada, pero era divertido, aprendí muchas cosas. Más que nada, a no tener miedo. Mi viejo sí lo tenía. No quería que jugara y a veces me tenía que escapar para jugar porque tenía miedo de que me lastimara. –¿Y su madre?– Mi madre, como trabajaba, no se enteraba.–Su padre sabía lo que era porque él había jugado esos partidos.–Sí, él jugaba. Una vez jugamos juntos y ganamos el campeonato. Yo quería jugar y él me dijo que no, que no, que no y luego: «Bueno, vas a jugar, pero yo también». Al final jugamos los dos. Y ganamos.–Le dirá que él era mejor.–No, porque él no está jugando en Primera. Dicen que fue un buen jugador, pero yo le digo siempre: «Si fuiste tan bueno, ¿por qué no jugaste en Primera?». Y él me dice: «Yo no tuve la suerte de que me ayudaran». Pero es distinto jugar en el barrio que en Primera. Hay jugadores que saben con la pelota y defensores que saben marcar. En el barrio hay dos abajo y se hace defensa individual.–¿En el barrio lo único que hay que hacer es esquivar patadas?–Por eso es lo único. Esquivar las patadas y patear al arco. Nada más. Acá hay que esquivar a dos trenes, a uno.–¿A Benjamín cómo se le puede explicar que su padre y sus abuelos pasaron hambre?–Se le contará. Ahora que tenemos la suerte de que lo que me pasó a mí o lo que le pasó a Diego no le pasa a él. Algún día el abuelo le contará la historia.–Fernando Torres dice que usted se tendrá que ir del Atlético.–Cada uno puede decir lo que quiera. Yo siempre dije que el club y mis compañeros me han tratado muy bien y que quiero seguir. No sé por qué motivo quieren que me vaya si estamos en «Champions» y la gente me quiere. –Y que se quede Forlán.–Que se queden todos.–Ese todos ¿incluye a Abel?–Nos ayudó mucho para entrar en «Champions», pero es decisión del club, como también es decisión del club si me tengo que que- dar o marcharme.–¿Entiende al público del Calderón cuando se enfada con ustedes?–La gente se enfada cuando no se gana, pero no es boluda. Tienen todo el derecho a enfadarse.–La presión de la grada comparada con la de Argentina le sonará a broma.–Allá te tiran de todo. En Argentina no hay mucha seguridad y pueden hacer lo que ellos quieran. Acá lo único que pueden hacer es chiflar.
Un curso accidentadoAgüero comenzó feliz la temporada. Era campeón olímpico y el Atlético superó la eliminatoria previa de la Liga de Campeones. Pero el curso empezó a torcerse. El vestuario se enredó, Aguirre fue despedido y Maniche y Seitaridis siguieron el mismo camino tiempo después. El Atlético, que estaba a cinco puntos de la Liga de Campeones cuando llegó Abel, reaccionó. «Nos dimos cuenta de que tenemos calidad para estar en ‘‘Champions''», dice Agüero. «Nos pusimos todos de acuerdo y el técnico nos ayudó. Por eso estamos ahora acá».El «Kun» no comenzó bien su relación con Abel, pero reconoce su labor para recuperar al equipo. «Todos los compañeros nos llevamos bien con él», comenta. «Nos ayudó mucho que ahora las líneas están más adelantadas y el equipo está más junto, sobre todo Diego [Forlán] y yo, que somos los delanteros. Siempre estábamos bastante lejos». Aunque, como siempre, los que logran los resultados son los jugadores. «Somos los que decidimos en la cancha». Y sigue pensando lo mismo que dijo en Oporto después de que Abel dejara a Forlán en el banquillo. «Yo no lo traje», dijo. «Yo no le digo al club qué entrenador traer. Los dirigentes traen a quien quieren», dice ahora.Han pasado momentos complicados, como las derrotas ante Osasuna y Racing. «No nos salían las cosas, no era el día de ninguno. La gente se mete con nosotros y se hace más complicado. Pero cuando estamos bien, estamos bien», asume. Y ahora están bien. Sobre todo Forlán, que hace el fútbol más sencillo. «Se la das y la mete».
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