Sevilla
Sic transit Chaves
Un vicepresidente del Gobierno, aunque sea tercero, es un político importante. ¿O no? Más si se ocupa de uno de los asuntos entendidos por los políticos -en realidad, sólo por ellos-, como cruciales: la financiación autonómica. Y no digamos si su apellido es Chaves: cuatro décadas de política le contemplan; casi veinte años presidiendo Andalucía; en primerísima fila ya cuando Zapatero estudiaba Derecho en León.
Manuel Chaves debería haber sido el fichaje «galáctico» del nuevo Gobierno. Sin embargo, parece que está ahí para que unos y otros le vapuleen. Tampoco su propio presidente parece esforzarse porque no se note demasiado tanto pim-pam-pum. Los planes del líder siempre son inescrutables. ¡Pobre Chaves, un hombre maltratado por la vida! Sic transit gloria mundi.
Hace un año era poderoso. Andalucía, su cortijo político, permitía al PSOE dar capones al PP. Zapatero, claro, no podía negarle nada. Ni el control del agua del Guadalquivir ni la «deuda histórica» andaluza. ¡Quién podía toserle! Chaves decía a quien quisiese escucharle que jamás toleraría humillaciones a su tierra mientras Zapatero escenificaba relaciones bilaterales con la Cataluña de Montilla.
Ahora, sin embargo, Zapatero ha metido en cintura a Chaves. El defensor de la igualdad se postra al bilateralismo catalán. Y uno tras otro los «virreyes» autonómicos se entrevistan con él para escucharle decir lo que negaba con rotundidad desde Sevilla hace simplemente unas semanas.
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