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Suráfrica: naturaleza salvaje en la Galicia africana

Suráfrica es un país rico e impactante. Sus famosos parques naturales son buena muestra de ello. Pero hay mucho más al sur del continente negro, una zona que recuerda a Escocia o a Galicia, de naturaleza salvaje: Kawazulu-Natal.

Suráfrica: naturaleza salvaje a la Galicia africana
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Suráfrica no sólo es una tierra rica en minerales (supera a la India y Brasil en recursos auríferos) también en cuanto a la mezcla de religiones, arte y culturas. Aparte del impacto que nos pueden producir sus tradicionales parques nacionales como el Kruger, hoy, a través de estas páginas les proponemos un breve viaje alternativo más allá de las praderas de Gauteng, las ciudades de Cape Town, Johannesburgo o Pretoria. Sígannos unas líneas más y conozcan uno de los lugares más increíbles y peligrosos del mundo: Kwazulu-Natal. La primera vez que una caravana de hombres blancos se encontró con el impresionante macizo geológico donde nace el río Tugela, a más de 3.000 metros de altitud y desparramándose como un torrente enfurecido sobre sus acantilados, la visión y el ruido les impresionó tanto que lo llamaron Drakensberg (Las Montañas del Dragón). Para los zulúes era su frontera este y los picos ahora bautizados como Monk´s Cowl (Capucha del Monje), Giant Castle (Castillo del Gigante) etc., eran conocidos en su lengua bantú como Ukalhamba (La barrera de las Mil Lanzas). Sus extremos contrastes, su peligro y su naturaleza salvaje no han cambiado desde que los vortrekkers (aquellos que se mueven) la contemplaron, y muchos creyeron que se trataba de la nueva tierra de Canaán en África del Sur. Una de las cosas que siempre me ha sorprendido de Kawazulu-Natal es lo alejada que está de la imagen de la sabana y el enorme parecido que tiene con las tierras altas de Escocia y, en algunos puntos, con el noroeste de la Península Ibérica. Todavía hoy es una maravilla estar en medio de grandes valles con alta hierba ondulante, y no es difícil encontrar varios de los animales que escenifican la estampa de África. Pero, sobre todo, podremos disfrutar de la hospitalidad zulú, casi sacrosanta –dormir en un poblado zulú al estilo de los kraals (poblados) del siglo XIX es para una occidental algo fuera de lo común–.No obstante, al visitar la tierra que pisaron los grandes reyes zulúes como Shaka, Dingane o Cetshwayo se debe recordar que toda precaución es poca, ya que el índice de criminalidad es altísimo. No se aconseja viajar solo y, a no ser que se organice un viaje con algún touroperador fuera de las rutas habituales, algo todavía poco frecuente, se debe tener cierto conocimiento del idioma inglés, viajar con alguien que conozca bien el lugar y evitar caminar por lugares alejados o conflictivos. Diez horas Diferentes compañías aéreas operan con el aeropuerto internacional de la ciudad de Durban (imprescindible visitar su milla dorada junto al océano), aunque el vuelo de unas diez horas hace primero escala en Johannesburgo. A no ser que se visite la zona limítrofe con Mozambique, no es necesario vacunarse contra la malaria, y la mejor fecha para viajar desde España es en los meses de marzo y abril. Un último consejo antes de salir con rumbo a la tierra zulú: infórmese de si el hotel, «lodge» o casa donde estará tiene adaptador para enchufes europeos, ya que si no es así recargar su móvil, una cámara de fotos o cualquier aparato electrónico le será muy complicado; y, sobre todo, no olvide nunca que un zulú, aunque sea el más humilde de todos en la aldea más perdida del África austral, pertenece a la tribu más orgullosa de África y usted, allí, no es más que un abelungu (nombre con el que se conoce a los blancos y que significa: «criatura de mar pálida»).