Medidas económicas
Una reforma que se aleja de la austeridad
MADRID- «No descarto realizar más medidas de austeridad si las cuentas públicas así lo exigieran», dijo ayer el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero en la presentación de sus nuevos miembros de Gobierno. Pero no parece que en esta remodelación del Ejecutivo la sobriedad sea la nota dominante. Entre otros aspectos, por la creación de una nueva vicepresidencia. Si bien es cierto que los gastos derivados de ella no deberían ser excesivos –que no nulos– de cara a los ciudadanos, no se transmite una imagen de control del gasto en medio de una crisis en la que a los contribuyentes sí que se les pide más continencia en estos tiempos difíciles.Además, el hecho de no haber recortado el número de carteras, como se venía especulando desde hacía varios días, contrasta con esa política anunciada a bombo y platillo de reducción. Y, sobre todo, cuando se mantienen Ministerios de tan dudosa eficacia como son los de Igualdad, Vivienda o Sanidad, este último principalmente por haber perdido las competencias de asistencia sanitaria y Salud Pública. En lugar de fusionar algunos de ellos –como integrar Vivienda dentro del de Fomento–, lo único que ha hecho el presidente Zapatero ha sido trasladar ciertas competencias de unos a otros, como Política Social a Sanidad o Universidades a Educación. Eso sí, trataba de excusarse ayer asegurando que «se puede gastar más con siete ministerios que con doce, ya que lo que gastan son las políticas».Salgado, la negociadoraY para tratar de hacer frente a esa crisis económica que parece no tocar fondo, Zapatero ha decidido agarrarse a Elena Salgado, ducha en negociaciones de este tipo y en enfrentarse a quien sea para conseguir sus objetivos, tengan el peso que tengan. La que fuera ministra de Sanidad –antes que de Administraciones Públicas– llevó a cabo uno de los pocos aciertos del Ejecutivo socialista en materia económica con el control del gasto farmacéutico, que se encontraba completamente desbocado cuando ella aterrizó en el ministerio en el año 2004. En su contra se puso la todopoderosa industria farmacéutica, pero no le importó. Su éxito todavía colea varios años después. Ese carácter fuerte a la hora de tomar decisiones podría haber llevado a Zapatero a elegirla antes que a otros, principalmente ahora que necesita decisiones de peso para tratar de controlar la recesión, la pérdida de empleos y el malestar ciudadano.Ahora, entre las nuevas tareas que tendrá que desempeñar la recién nombrada vicepresidenta segunda, se la presenta una nueva «guerra» en la que deberá demostrar su pasado luchador y austero: la financiación autonómica. El presidente quiso dejar claro ayer que era una tarea de todo el Gobierno, pero tendrá que aferrarse a ella en más de una ocasión para contener los ánimos de las exigentes comunidades autónomas, que no darán su brazo a torcer.
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