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La Razón
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Mientras Nicolas Sarkozy se da un garbeo por España, un compatriota suyo, el tal Santos Mirasierra, aquel cuyas provocaciones pusieron a la Policía española en tela de juicio y al Atlético contra la pared, es protagonista de otra pelea, esta vez en Lille. Si en Francia le meten en el trullo, habrá que ver si el presidente de la República y Platini, el de la UEFA, dejan ahora jirones de su prestigio por defender la inocencia del angelito que partió la ceja con una silla a un policía español. Cuestión de ética, y de valores. Para Voltaire, el valor consistía en saber sufrir; Napoleón consideró que hacía falta más valor para sufrir que para morir. También hace falta valor para pedir disculpas, ¿eh, Platini?... Y para competir en el Olimpo, como lo hace el Barça de Guardiola, con un fútbol que acredita el potencial de su tricandidatura. Puede ganar la Liga, la Copa y la Liga de Campeones. Sería histórico; lo contrario, no: el Madrid que entrenaba Di Stéfano fue pentasubcampeón, otro hito. El Madrid que entrena Juande también tiene valor. En Barcelona reconocen el orgullo madridista, su fe en la victoria, y lo envidian porque, a veces, sólo con el fútbol no se alcanza el paraíso, es preciso el escudo. El problema del Madrid de Juande es que su puesta en escena resulta una incógnita: ¿recibirá al Barça como al Getafe, en el primer tiempo, o apretará como al Sevilla, en el segundo? Una incógnita despejada: Alejandro Blanco será reelegido mañana presidente del COE otros cuatro años. El Madrid tiene un rival por antonomasia, el Barça, y otros como el Valencia, Villarreal, Osasuna... Alejandro, ninguno. Es su valor.