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Alicante

Vendo riñón por 50000 €: el negocio de la donación de órganos

LA RED SE HA LLENADO de anuncios de personas que ofrecen sus órganos a cambio de dinero. Las penurias económicas pueden más que la amenaza de las mafias o el miedo al bisturí. Cinco de ellos relatan su experiencia.

Vendo riñón por 50000 €: el negocio de la donación de órganos
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Juan contesta su móvil con voz recelosa. Tras intercambiar varios correos electrónicos, ha aceptado dar más detalles de su oferta por teléfono. «Son 50.000 euros por el riñón, aunque eso podemos discutirlo», asegura. «Lo que no se negocia es el método de pago. Primero tengo que recibir una señal, la mitad del total. Y, antes de meterme al quirófano, una transferencia con el resto del dinero. Si no, no hay trato».A sus 40 años, Juan está dispuesto a que le rebanen el costado a cambio de unos euros. Hace tiempo que dejó de preocuparse por su salud: ya sólo le importa alimentar a su hija de nueve años. La maldita crisis le dejó en la calle hace un año, no cobra ningún subsidio y, por tanto, se ve incapaz de pagar la manutención de la niña, que vive con la madre. «Me da miedo que la familia política se meta por medio y me separe de mi hija con la excusa de que no le doy dinero», explica desde un pueblo de la cornisa cantábrica.Con el paro por encima de los cuatro millones, a cada vez más personas les tienta la idea de desguazar su cuerpo por dinero. La próspera Europa se está viendo sobresaltada por un «negocio» que, hasta ahora, estaba confinado a los rincones más míseros de Asia o Iberoamérica. Y la situación está forzando a las autoridades a actuar: esta semana la Fiscalía de Sevilla exigió en una denuncia que se aclare si existe una red de compraventa de órganos tras detectar un anuncio en el que un hombre de 1,62 metros y 65 kilos ofrecía su riñón por 100.000 euros.

Cientos de anunciosNo se trata de un caso aislado. Una búsqueda en Internet muestra centenares de anuncios de personas angustiadas que ofrecen sus órganos para saldar deudas. Es cierto que muchos dan teléfonos falsos o no contestan sus correos electrónicos. Sin embargo, otros muchos se muestran dispuestos a cumplir su parte del trato. La ferocidad de la recesión les ha empujado a una salida tan trágica como condenada al fracaso: hoy por hoy, vender un órgano en España resulta casi imposible por los exhaustivos controles sanitarios.Uno de ellos es Edgar, un argentino que, tras seis años trabajando de mecánico en España, fue despedido en agosto del año pasado. Al principio se tomó el revés como una oportunidad: el INEM le adelantó 3.000 euros del paro para que montase un concesionario de motos eléctricas en Alicante. Sin embargo, la idea no cuajó: su socio español le estafó y, a sus 44 años, Edgar se quedó sin trabajo, sin subsidio y sin esperanzas, pero con una montaña de deudas: 90.000 euros de hipoteca, más 30.000 en créditos que fue pidiendo «para tapar agujeros». El palo está desbaratando su vida. Hace meses que toma pastillas para dormir. Los bancos le azuzan sus amenazas de embargo. Y la tensión ha dinamitado su vida familiar: un par de horas después de relatar su caso por teléfono tiene una cita con su esposa para firmar los papeles del divorcio. La tentación de abandonarlo todo y volver a su país resulta intensa, pero Edgar se niega a rendirse. «No quiero huir como un cobarde y dejar colgada a la gente a la que debo dinero», asegura. «Ni siquiera quiero ver el dinero del riñón: si alguien se hace cargo de pagar mis deudas, por mí encantado».En realidad, este tipo de anuncios no son nuevos. Hace años que la Organización Nacional de Transplantes (ONT) rastrea la red a la caza de estas ofertas y las denuncia a la Unidad de Delitos Telemáticos de la Guardia Civil. Sin embargo, en los últimos tiempos se ha detectado un aumento de esta actividad por la desesperación de la crisis. Y eso que el mero acto de ofrecer un órgano es una actividad ilícita: aunque no esté tipificada en el Código Penal, un Real Decreto de 1999 prohíbe «hacer cualquier publicidad» sobre la «necesidad o la disponibilidad de un órgano o tejido».

Demasiado carosAdemás, los expertos del sector están convencidos de que este «negocio» resulta inviable en España. En teoría, los férreos controles del sistema de donación y trasplantes impedirían que se consumase la «transacción» en nuestro territorio. Y, además, existe un obstáculo más prosaico: las ofertas que se han detectado hasta la fecha están «fuera de precio», según el director de la ONT, Rafael Matesanz. En países como Pakistán, Filipinas o Moldavia, donde florece el «turismo de trasplantes», los vendedores apenas cobran 1.000 euros por su riñón.Así, sólo quedaría una vía para que alguno de los anunciantes españoles cerrara el trato. Primero, tendría que hallar un comprador dispuesto a pagar un extra por un donante afincado en Europa, quizás porque le inspire más confianza sanitaria. Y, después, debería contactar con una red de un tercer país que les suministrara el médico, el hospital, los fármacos… «El camino existe, pero es un camino para iniciados», dice Matesanz. «En general, los "turistas de trasplantes"prefieren el "paquete completo"».Guillermo no tuvo en cuenta estos obstáculos al colgar su anuncio. Estaba convencido de que le «lloverían las ofertas» por su riñón, valorado en 200.000 euros. Sin embargo, la llamada de este diario es la primera que recibe, así que se plantea renunciar. Y eso que es la única salida que se le ocurre a su situación: lleva seis meses sin pagar la hipoteca y, a sus 40 años, se ve en la calle con su mujer y sus dos hijas. «Me da miedo caer en una mafia», admite. «No paro de dar vueltas a las historias de que amaneces en una bañera llena de hielo. Pero tengo que cumplir mi papel de cabeza de familia».Así, el único anunciante que asegura que ha recibido una oferta firme es Sergio. Dice que el comprador es un alemán de 32 años que le ha prometido 180.000 euros por su riñón. Hace unos meses, explica, viajó a Múnich para someterse a infinidad de pruebas de cara a operarse dentro de un mes. Pero se niega a dar más detalles pues ha firmado un contrato de confidencialidad. Y algo no encaja en su historia: insiste en que la intervención se celebrará en una clínica alemana, donde la venta de órganos está prohibida. Así que quedan tres opciones: que esté mintiendo, que le hayan engañado a él o que esté en manos de una mafia de trasplantes.Esa es una de las posibilidades que más asusta a las autoridades: que realmente existan redes clandestinas de compraventa de órganos, como ya ocurriera en Israel o Alemania. En todo caso, la polémica está cuarteando la impecable imagen del sistema español. El año pasado se produjeron 3.945 trasplantes de órganos de 1.577 donantes, una cifra sin igual en el resto del mundo. De ahí la contundencia de las declaraciones de la nueva ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez. «Afortunadamente, [el de Sevilla] es un caso aislado y, en todo momento, desde que se ha tenido conciencia de ello, se ha perseguido», dijo. Mientras, quienes ofrecen sus órganos en la red viven al margen del revuelo que han provocado con sus ofertas. Ellos sólo piensan en sus números rojos, en sus despensas vacías y en los portazos que reciben cada vez que piden trabajo. «Me dicen que hay alternativas, pero a mí no se me ocurre nada que no sea atracar un banco», dice César, un ecuatoriano de 28 años, que ofrece su riñón por 50.000 euros. En los últimos días, a Juan sí que le ha surgido una alternativa: un empleo en una pista de hielo en Guanajuato (México). Dice que le costaría separarse de su hija, pero aun así se plantea emigrar. «Lo que sea menos seguir pordioseando en los sofás de los amigos», asegura. Eso sí, mantendrá el anuncio y colgará otros en páginas estadounidenses: con el sueldo que cobrará en México, apenas le quedará dinero que enviar a la pequeña. «Yo salvo una vida y el comprador salva a mi hija», dice. «Y a los políticos les diría que si me pasa algo, es cosa mía. Si tuvieran que vivir gracias a la misericordia de sus amigos, a ver qué vendían ellos».