Debate Estado Nación

Y también dos huevos duros

La Razón
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Los «zapaterólogos» avezados sostienen que cada vez que el presidente del Gobierno diserta en público y junta las manos cuela una trola. Y en el Debate de la Nación las juntó muchas veces. Zapatero no hizo el diagnóstico de una Nación sumida en la peor crisis económica que se recuerde, sino un alarde de pirotecnia y efectismo más propio de un candidato que se somete a la investidura del Parlamento que de un presidente que lleva cinco años al frente del Gobierno. ¿Dónde ha estado metido Zapatero en el último lustro? Su intervención, a caballo entre la impostura y la obviedad, sólo tuvo un rasgo de sincera autocrítica cuando admitió que el gobierno se ha equivocado en sus previsiones. No habría hecho falta que lo jurara. Si de algo adolece Zapatero es de credibilidad en materia económica. Quien tildó de antipatriotas a los que aventuraron la crisis negando tal posibilidad mientras enfilábamos el estadio previo a la recesión con más de cuatro millones de parados, no puede pedir confianza ciega para unas medidas que no constituyen en su conjunto un severo plan de recuperación de la economía y del empleo. El maná de ayudas y fondos públicos para inversión desgranado por Zapatero generó en la oposición la misma certidumbre que la comanda de los Marx en la ópera: «Y también dos huevos duros». Eso o, como lo resumió Duran Lleida, «en la tómbola de ZP siempre toca, si no un pito, una pelota». Cuestión de confianza.