Irak
«Yo no gusto pero respetan a EE UU»
Washington- «La reputación moral de EE UU puede haberse visto dañada para cierta elite, pero la gente corriente entiende que este país defiende la libertad», aseguró el presidente republicano a una semana de abandonar el poder. «A algunos columnistas no les gusto yo, pero la mayoría del mundo respeta a EE UU», reiteró. En su último cara a cara con la prensa, con la que ha mantenido una tirante e incluso crispada relación durante ocho años, Bush lanzó, desafiante, su repertorio favorito. Insistió en que «la amenaza más urgente que afrontará Obama y otros presidentes después de él es un ataque en nuestro territorio» y advirtió que Corea del Norte e Irán, miembros de su famoso «eje del mal», siguen siendo los problemas «más peligrosos» que encara su sucesor. Con tono reflexivo pero impenitente, Bush repasó ayer algunas de las «decepciones» que ha sufrido durante sus dos mandatos, como los abusos en Abu Ghraib y el hecho de que nunca se encontraran armas de destrucción masiva en Irak. «Son cosas que no fueron acorde al plan», explicó. Pero el mandatario no delató una pizca de arrepentimiento al detenerse sobre algunas de sus decisiones políticas más arriesgadas, argumentando que la presidencia de EE UU no puede ser un concurso de popularidad. «Los presidentes pueden evitar tomar decisiones difíciles para esquivar la controversia. Simplemente ésa no es mi naturaleza». Bush defendió su rechazo al protocolo de Kyoto y lamentó que algunos países europeos hayan criticado la prisión de Guantánamo pero «no hayan querido ayudar» a hacerse cargo de los prisioneros para liberarlos. El presidente arremetió asimismo contra los que culpan a Israel de todos los problemas en Oriente Medio para conciliarse con críticos y adversarios. «En algunos lugares de Europa te haces popular si culpas a Israel de todo lo que sucede en Oriente Medio». Aunque reconoció que «parte de mi retórica ha sido un error», Bush volvió a justificar algunos de los capítulos más criticados de su presidencia, especialmente la invasión de Irak y la gestión del Gobierno federal durante la tragedia del huracán Katrina, que precipitó su nivel de aprobación entre los estadounidenses al subsuelo. «No me digan que la respuesta federal fue lenta cuando hubo 30.000 personas que tuvieron que ser rescatadas de sus tejados cuando pasó la tormenta», espetó. El presidente, al que le espera un tranquilo retiro en Texas, pronosticó el resurgir del Partido Republicano tras el doble batacazo en la Casa Blanca y en el Congreso de las pasadas elecciones, pero siempre y cuando recupere una imagen «más abierta» y se muestre «más compasivo con los inmigrantes».
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