
Opinión
El discurso populista
Se pretende desterrar cualquier vestigio o recuerdo positivo que haya traído la democracia representativa

Una Asamblea Constituyente en Perú es la principal oferta del nuevo presidente del país inca, el populista de izquierda y docente Pedro Castillo. La mayoría de los peruanos, mayoría pírrica pero mayoría al fin, ha decidido colocar a este polémico maestro de escuela, marxista en lo doctrinal y controversial orador, en la presidencia de la República. ¡Cuánta incertidumbre hay alrededor de dicha Asamblea Constituyente! La probable nueva Constitución, producto de ese cuerpo constituyente, podría ser un «traje a la medida» del presidente con la posibilidad de que se convierta en la vía para implantar un sistema autoritario. Esa propuesta inevitable y muy próxima a concretarse, genera aprehensión y ansiedad en una parte importante de la población, incluidos los empresarios, la oposición política, los medios de comunicación y la clase media trabajadora.
A pesar de que los mercados internacionales han temblado con la victoria de Castillo, durante su juramentación, el primer mandatario inca afirmó: «Hoy la población pide cambios y no está dispuesta a renunciar a ellos. Ahora bien, ¿es cierto que estos cambios implican poner en riesgo los logros conseguidos con el esfuerzo de todos los peruanos durante las últimas décadas? No, no lo es […] Sí, es posible realizar estos cambios con responsabilidad, respetando la propiedad privada, pero también poniendo por delante los intereses de la Nación». Un mensaje que le da un «tranquilizante» a los inversionistas extranjeros, pero que finalmente no descarta la posibilidad de un cambio de rumbo que amenace la libertad económica.
Finalmente, y considerando que en política muchas veces la forma también es fondo, el recurso histórico del nuevo presidente en su discurso de investidura, típico del discurso populista: «La independencia del Virreinato del Perú de España en 1821 no trajo consigo una mejora real para la mayoría de los peruanos; los denominados aborígenes continuaron siendo explotados como ciudadanos de segunda categoría para el erario de la flamante República del Perú». Con esas palabras, y al igual que lo hizo Hugo Chávez en su momento y lo hace Andrés Manuel López Obrador en México, se pretende desterrar cualquier vestigio o recuerdo positivo que haya traído la democracia representativa, intentando recobrar una supuesta «identidad perdida del pueblo bueno» y, según ellos, «por culpa de la corrupción de los políticos tradicionales».
¿Cuáles podrían ser dos palabras que describan la actualidad peruana? Incertidumbre y expectativa. Lo que haga Castillo en las próximas horas con respecto a la convocatoria de la Asamblea Constituyente y no menos importante, con respecto a la economía, marcará probablemente el destino de Perú en los próximos meses. Resulta fundamental entonces el papel que juegue a partir de ahora la oposición política, en especial el fujimorismo, el empresario Rafael López Aliaga y el liberal Hernando de Soto. Ellos serán responsables de poner cualquier freno que sea necesario para impedir cualquier pretensión de Castillo de insertar a Perú en el fatídico modelo del socialismo del siglo XXI.
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