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Cae el Gobierno prorruso pero los europeístas mantienen el desafío
La crisis continúa abierta en Ucrania a pesar de las concesiones relevantes que hizo y formalizó Viktor Yanukovich a la oposición ayer.
La crisis continúa abierta en Ucrania a pesar de las concesiones relevantes que hizo y formalizó Viktor Yanukovich a la oposición ayer. A saber: la derogación de la ley antiprotestas y la dimisión del Gobierno al completo, es decir, de todos los ministros... aunque no la del presidente, que trata de mantener el bastón de mando a toda costa.
En un sistema presidencialista como el que rige en Ucrania desde la reforma que introdujo el propio Yanukovich en 2010, es el presidente y no el Parlamento, quien acapara la mayoría de los poderes del Estado, de tal forma que la dimisión ayer del Gobierno es más simbólica que práctica. Lo saben los políticos y lo saben los ciudadanos, y por ello las calles siguen en pie de guerra. No es suficiente para los opositores, que sólo dejarán las barricadas cuando Yanukovich anuncie su dimisión o, en su defecto, un adelanto electoral. Exigen también regresar a la Constitución de 2004 para devolver poder al Parlamento, la firma del Tratado de Asociación con la Unión Europea y la amnistía a los manifestantes, asunto este último incluido en el orden del día de la nueva sesión extraordinaria de la Rada Suprema convocada para hoy.
Con todo, la jornada de ayer supuso cuanto menos una victoria parcial y significativa para los manifestantes en las calles, pues supuso la salida de algunos de los actores más «conflictivos», marcados por la oposición y que obstaculizaban el diálogo, como el primer ministro, Nikola Azarov, que representaba el ala dura del Partido de las Regiones, y es autor de las declaraciones más beligerantes del Ejecutivo durante la crisis. «Lo importante ahora es preservar la unidad y la integridad de Ucrania, más que los planes y las ambiciones personales. Por eso presento mi dimisión, con el objetivo de propiciar un compromiso político para resolver el conflicto», declaró Azarov, que formalizó su renuncia por la mañana, antes de la sesión parlamentaria.
En realidad, su salida del Gobierno estaba cantada. En los días previos, durante las negociaciones con la oposición, el presidente ya había ofrecido el puesto a Arseniy Yatsenyuk, líder del partido Batkivshina, quien se negó a entrar en el Gobierno mientras no caiga Yanukovich. Finalmente, el sustituto de Azarov será el ex viceprimer ministro Sergei Arbuzov, amigo íntimo del hijo del presidente, Olexander, erigido en magnate desde que su padre gobierna el país en base a negocios de dudosa transparencia. Horas después de la dimisión de Azarov, llegó la del resto del Ejecutivo en bloque.
El otro gran titular del día fue la derogación de la conocida como ley antiprotestas, que limitaba, entre otros, el derecho de manifestación. La norma, tumbada con 361 votos a favor y dos en contra de los 412 diputados presentes sólo doce días después de su aprobación en la misma Cámara, fue la que desató la furia en las calles, la chispa que reavivó la crisis que comenzó a finales de noviembre con el rechazo de la Rada al Tratado de Asociación con la Unión Europea.
Aunque la derogación se había pactado el día anterior en una reunión entre los líderes de la oposición, el presidente y la ministra de Justicia, fueron necesarias varias horas de intenso debate parlamentario –debido a motivos técnicos– para llegar a un acuerdo definitivo, por el que finalmente se eliminan nueve de las doce leyes de que consta el paquete normativo. La sesión comenzó con un minuto de silencio por los muertos en los enfrentamientos y durante el receso, el portavoz del Gobierno pidió disculpas por las agresiones sufridas por hasta 42 periodistas durante la crisis a manos de las Fuerzas de Seguridad.
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