Unión Europea
Cameron maniobra para desactivar el ataque eurófobo
LONDRES-David Cameron cedió ayer finalmente ante las presiones de los rebeldes eurófobos de su partido, dando su bendición a una proposición de ley para convocar un referéndum sobre la pertenencia de Reino Unido en la UE. El «premier», que sigue de viaje oficial en EE UU, matizó que mientras su formación está ofreciendo una «opción clara» a los británicos sobre su futuro, ni los laboristas ni los liberal demócratas están dispuestos a escuchar la opinión del pueblo.
Pero, a pesar del tono de su discurso, los críticos señalaron que el líder «tory» ha perdido el liderazgo y sus pasos son ahora dirigidos por el ala más radical del partido. No les falta razón, aunque la maniobra de Cameron no es tampoco una mala jugada. El mecanismo que se utilizó ayer para presentar el borrador de legislación es el denominado «private member's bill». En otras palabras: la iniciativa será planteada ante la Cámara de los Comunes por un diputado conservador sin cartera y no por el Gobierno. Y es que el «premier» sabe que tiene las manos atadas. La coalición con Nick Clegg le impide abordar la cuestión europea en la presente legislatura, por lo que sólo podía utilizar esta fórmula para demostrar a los suyos que sus intenciones sobre el plebiscito van en serio. Cameron pretende también aplacar de alguna manera el motín previsto para hoy en Westminster. Alrededor de cien diputados conservadores podrían apoyar una enmienda contra el programa legislativo anual que Cameron presentó la semana pasada. Los parlamentarios denuncian que en ningún momento se propone una negociación para este año sobre la relación de Reino Unido con Bruselas. El voto será simbólico, porque no está previsto el apoyo ni de los laboristas ni de los liberales. Pero, aunque la enmienda no salga adelante, una sublevación entre sus propias filas supondrá un fuerte varapalo a su liderazgo. Pese a las concesiones, Cameron sigue manteniendo que antes de convocar el plebiscito intentaría redefinir el estatus del país para recupear competencias y consolidar el mercado único. En ese caso, el 50% de los británicos estaría dispuesto a quedarse dentro de la UE.
Por otra parte, la propuesta de ley presentada ayer por los conservadores tampoco tiene opciones de salir adelante. El borrador quiere preguntar a los británicos, siempre que los «tories» ganen las elecciones generales de 2015, lo siguiente: «¿Cree que Reino Unido debería continuar siendo miembro de la UE?». El problema es que cuando se utiliza el mecanismo de «private member's bill», el borrador casi nunca se convierte en ley; en definitiva, es una manera de hacer ruido. De este modo, Cameron se asegura que los británicos tengan claro los pasos a seguir por los «tories» si gobernaran con mayoría absoluta y no en coalición. La maniobra, indirectamente, también pone en aprietos a los laboristas, que siempre han mostrado una actitud más europeísta. Pero un voto en contra de la proposición de ley sería, en estos momentos, tremendamente impopular. Mientras continúen las batallas internas, el único que sigue sacando partido es el UKIP, cuyo protagonismo tras las elecciones locales sigue imparable.
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