Crisis política en Italia
Conte dimite para escapar de la trampa de Salvini
El primer ministro italiano dirigió contra Salvini un discurso muy duro, en el que le acusó de oportunismo y de "irresponsabilidad institucional"
El primer ministro italiano dirigió contra Salvini un discurso muy duro, en el que le acusó de oportunismo y de "irresponsabilidad institucional".
En un país como Italia la escenificación siempre va por delante. El ministro del Interior, Matteo Salvini, había anunciado desde la playa que algo se había roto en su pacto con el Movimiento 5 Estrellas (M5E) y que solicitaba una moción de censura contra el primer ministro, Giuseppe Conte. Salvini soñaba con teletransportarse de los chiringuitos a las urnas, donde refrendaría una mayoría cercana al 40% que le dan las encuestas. Pero la respuesta de Conte fue una comparecencia en el Senado, con Salvini detrás, sentado a su derecha, escuchando las lecciones de padre omnipotente que el primer ministro le iba dando.
Las formas cuentan y el cuadro lo componían Conte en un primer plano, con los líderes de la Liga y el M5E, Matteo Salvini y Luigi Di Maio -sus dos vicepresidentes-, en segundo término. En una cámara en la que sólo hay sitio para el “usted”, el premier se pasó una hora hablándole de tú a su ministro, aleccionándole por todo lo malo que había hecho. Así, hasta que finalmente el primer ministro anunció que anunciaría su dimisión al presidente de la República, Sergio Mattarella, que ahora será el responsable de guiar la crisis. Conte le ganaba así la mano a Salvini, quien no conseguirá siguiera que se vote la moción de censura y que ahora queda a expensas de que el resto del arco parlamentario no consiga una mayoría alternativa. De no ser por la crisis provocada por él mismo esta posibilidad no se hubiera planteado siquiera.
Conte le reprochó a Salvini haber actuado por “intereses personales y de partido”. Le criticó su “ausencia de lealtad” y “graves carencias institucionales”. Acusó al titular de Interior de haber “invadido las competencias de otros ministros” y de ser incapaz de mantener su verborrea en asuntos internacionales cuando el que debía dar la cara en las cumbres era el propio primer ministro. Pero el momento de más teatralidad vino cuando Conte le puso la mano en el hombro a Salvini y le confesó: “Matteo, esto no te lo había dicho antes, pero alguien que tiene responsabilidad de gobierno, debería evitar salir en los mítines políticos con símbolos religiosos”.
El roce físico tuvo un punto de iluminación, como si el presidente del Gobierno se hubiese dado cuenta en ese preciso instante de haber compartido gabinete durante 14 meses con alguien así. Conte habló entonces de estabilidad política y económica, de dar al país próximamente unos presupuestos, de volver a acercarse a la UE y de mantenerse fiel al histórico compromiso atlántico de Italia. Todo lo que Salvini ha amenazado en este tiempo y aún podría arruinar con unas elecciones anticipadas, justo cuando las cuentas van a ser examinadas por Bruselas y se debate el reparto de comisarios en la UE. El primer ministro señaló que pedir a los italianos que voten cada año -las anteriores elecciones fueron en marzo de 2018- “es irresponsable” e incluso citó a Habermas para recordar que su país está en “un tiempo de pasaje”.
Salvini negaba con la cabeza y calmaba a los suyos. La presidenta del Senado, Maria Elisabetta Alberti Casselati, tenía que recordar cada dos por tres que el asunto era grave, que estaban ante una crisis de Gobierno. Pero nadie terminaba de creerlo por cómo el M5E se ha lanzado a la yugular sólo a última hora tras más de un año corriendo a rebufo de Salvini y por el modo en que éste ha forzado esta situación rompiendo el Gobierno ya en el tiempo de descuento si quería ir a elecciones este año. Conte eligió llevar la crisis a las instituciones y ahora le tocará gestionarla al jefe del Estado.
Sergio Mattarella iniciará probablemente desde mañana mismo una ronda rápida de contactos para explorar una mayoría alternativa de Gobierno. Mientras tanto, el Ejecutivo se mantiene en funciones. Con el pacto entre la Liga y el M5E roto, ahora aparece la opción de que los grillini formen una alianza con el PD, ya que contando con el apoyo de otros partidos de izquierdas, sumarían los votos necesarios en ambas cámaras. La repetición de Conte sería una posibilidad, aunque no se descartan otras figuras.
Los socialdemócratas ya han dejado abierta la puerta del diálogo, aunque su secretario general, Nicola Zingaretti, advirtió que desde el M5E debería haber un “ejercicio de autocrítica”. En la formación de Luigi Di Maio no hay un consenso absoluto respecto al pacto con el PD, mientras que Zingaretti también tiene sus reservas. Sin embargo, la lógica política invita al entendimiento para aislar a Salvini. El ex primer ministro, Matteo Renzi, es una de las principales figuras del Partido Democrático que han apostado por esta alianza y ayer desde el Senado celebró “el fin del Gobierno populista”.
En poco más de una semana Salvini ha pasado de presumir de estrategia en bañador a estar contra las cuerdas. Pero si entre el PD y el M5E no hay acuerdo, a Mattarella no le quedaría más remedio que conformar un Gobierno provisional con la intención de llevar al país a las urnas. En ese caso sería el triunfo del líder de la Liga, quien dijo que “volvería a hacer” todo lo que ha hecho hasta ahora. Con toda la solemnidad que le permitía el Palacio Madama, sede del Senado italiano, Salvini concluyó su intervención con un “viva Italia y viva la democracia”. Y así siguió la escenificación.
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