Bruselas

Macron cierra con Xi Jinping un jugoso contrato nuclear

Macron y su homólogo chino, Xi Jinping, tras su rueda de prensa ayer en el Gran Salón del Pueblo de Pekín
Macron y su homólogo chino, Xi Jinping, tras su rueda de prensa ayer en el Gran Salón del Pueblo de Pekínlarazon

El presidente chino respalda a su homólogo francés para impulsar las relaciones entre Bruselas y Pekín y como motor de la integración

Emmanuel Macron regresa a casa con el apoyo de China para que Francia juegue «un papel creciente en el proceso de integración europea». Fue el deseo expresado ayer por Xi Jinping en la rueda de prensa conjunta entre ambos mandatarios. El líder de la segunda potencia mundial no realizó ningún anuncio concreto, pero sí su voluntad de «trabajar junto a la parte francesa para construir un nuevo modelo de relación internacional marcado por el respeto mutuo, la equidad, la justicia, la cooperación y el todos ganan, y construir así una comunidad de destinos para contribuir a la paz y la estabilidad en el mundo». China apoya «firmemente» la integración europea, seguirá «promoviendo la sinergia de estrategias chinas y europeas» en el marco de una cooperación «benéfica para las dos partes, y «se felicita» de la contribución de Francia al desarrollo de las relaciones con China, afirmó Xi.

Macron insistió en que tras esta visita «se abre una nueva era», y considera un signo del destino el que haya coincidido el inicio de su mandato con la organización en otoño del XIX congreso del Partido Comunista chino, que tiene lugar, como las presidenciales francesas, cada cinco años. El presidente galo puso el acento en los numerosos acuerdos firmados durante este viaje en diversos sectores como la energía nuclear, la agroalimentación, la aeronáutica o las tecnologías. Macron vuelve de China con las manos llenas de promesas, especialmente el proyecto de acuerdo comercial que otorga a New Areva, líder en el sector nuclear, la construcción de una planta de reciclado de combustibles nucleares valorada en unos 10.000 millones de euros, con lo que se ponen las primeras bases de un proyecto que la compañía negocia desde hace una decena de años.

Macron pudo anunciar también que «en los próximos seis meses» China va a levantar el embargo que pesa sobre la carne de vacuno francesa desde 2001 a causa de la crisis de las vacas locas. Por otro lado, Richard Liu, patrón del grupo chino de comercio electrónico JD.com, prometió vender en sus plataformas 2.000 millones de euros de productos franceses en los próximos dos años. También el presidente de Alibaba anunció la creación de un futuro centro logístico en Francia. Y, de la misma forma que el Louvre ha abierto un museo en Abu Dhabi, el Centre Pompidou tendrá su réplica en Shanghai. Además de establecer una asociación para instalar un museo de arte contemporáneo, también han acordado la organización de una edición de Rencontres d’Arles, el mítico festival de fotografía en Xiamen, en el este de China.

«Crear la confianza paso a paso». Es el deseo de Macron antes de abandonar China tras su primer y fructuoso viaje oficial. Aunque para alcanzar acuerdos equilibrados el camino será largo. El ministro de Economía galo, Bruno Le Maire, definió así este concepto de acuerdo equilibrado: «Es tener acceso al mercado, no dejarse robar nuestras tecnologías y poder fijar límites cuando vienen a Francia». Le Maire reveló en Pekín que ha rechazado «muchos» proyectos de inversiones chinas en Francia porque se tratan más bien de «inversiones de saqueo», y vuelve dispuesto a reforzar el arsenal legislativo para bloquear este tipo de procedimientos porque los inversores chinos «no conocen más que las relaciones de fuerza».

Más allá de los acuerdos económicos, Macron pudo hablar con el presidente chino de la defensa de los derechos y libertades del hombre: «He evocado esas preocupaciones ante el presidente Xi Jinping. Él sabe que existen en Europa», comentó antes de añadir que para obtener resultados él apuesta por «el diálogo respetuoso de las diferencias, en la diplomacia eficaz y amistosa, mucho más que con una diplomacia de la provocación».