Ana Rosa Quintana
El artículo de Carmen Lomana: «Confiar: no, gracias»
No se puede fiar uno de nadie y menos de tu marido... Ni se les ocurra firmar papeles o documentos que les pongan a tiro porque ya ven lo que le ha ocurrido a la pobrecita Infanta, tan ingenua ella y totalmente enamorada de Urdangarin, hasta quedarse ciega y no ver lo que ocurría a su alrededor. Palacete de nueve millones de euros€ con un marido que jugaba con un balón pero no precisamente al fútbol. Quizá pensó que le había tocado el cuponazo o estaba fascinada por el bello jugador. Pero insisto, confiar no siempre es un buen camino. Yo confié en un asesor fiscal y les puedo asegurar que con muy malas consecuencias. Lo que me ocurrió fue kafkiano. Este elemento firmó las actas al finalizar una inspección de Hacienda sin mi consentimiento. No contento con esto, decidió ocultármelo durante cuatro meses a pesar de mi insistencia en preguntar cómo iba el asunto; pero él, con un cinismo impresionante, decía que todo bien. De esta forma me dejó desprovista de cualquier revisión o acción legal al pasar el tiempo establecido para ello.
Cuando me enteré, al investigar la tardanza por mi cuenta, el desastre era monumental. No se fíen, es mi consejo. Quizá algún día les cuente quién es este asesor que ni era abogado, ni economista como el presumía; era sólo un farsante. Hubo un momento en que hasta confié en Podemos. Pensé que podía ser un soplo de aire fresco y renovador, habida cuenta de que eran jóvenes y de que presumían de honradas y progresistas. Enseguida me mosqueó el enterarme que su financiación provenía de países dictatoriales que no conocen el sentido de la palabra democracia. Pero lo que me dejó perpleja fue el discurso que se marcó Pablo Iglesias el miércoles en el Congreso. Un discurso pedante, arrogante, anclado en el odio y el rencor, como un viejo parlamentario del 36, hablando de fusilamientos y nombrando personas de otras épocas que ningún joven conoce ni le interesan. Han introducido en la vida parlamentaria un estilo continuo de «postureo», queriendo epatar con sus numeritos de besos en la boca, niño mamando durante la investidura y ropa para ir a tapear por Malasaña, a la burguesía tradicional, huyendo como de la peste de cualquier viso de niños buenos o serios. Este continuo querer escandalizar y entretener sin descanso a sus «gruppies» que les esperan a la salida del Congreso a costa de lo que sea, convirtiendo los debates del Congreso en un espectáculo televisivo para las masas, debe de ser agotador. Yo creo que es una coartada para que parezcan graciosos algunos mensajes cargados de odio, prejuicio y resentimiento. Esta gente está enquistada en los años treinta, en la época más dura del siglo pasado para los españoles. No les riamos ni una gracia más y alejémonos de estos profesionales de la estrategia dinamitera que quieren adelantar por la izquierda a la vieja casta socialista a la que tanto odian, para quedarse como dueños absolutos de la izquierda.
Mi semana social ha sido bastante tranquila. Últimamente no estoy para fiestas, pero sí he asistido a algunos eventos, como el bonito desfile de Tot-Hom en la residencia del embajador de Francia. Fue muy agradable encontrarme con amigas como Ana Belén, Pastora Vega o Ana Rosa Quintana. Con Ana y Pastora me reí comentando lo estupendas que estamos a pesar de no tener ya 20 años. Hoy he aterrizado en Ibiza para celebrar el cumpleaños de mi amigo Luis Galliusi, que ha venido desde Nueva York, donde reside hace un año, para juntarnos sus amigos en un fin de semana que se presenta estupendo. Aquí toca momento boho chic. Sacaré todas mis «bisutas» y vestidos hippies que adoro. Colocaré mi mente en modo zen y disfrutaré de esta maravillosa isla y de mis amigos.
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