Papel
Julie Gayet ya reina en el Elíseo
La actriz afianza su relación con François Hollande al instalarse en el palacio presidencial
Sin prisa pero sin pausa y, sobre todo, mirando de reojo cuando arreciaban los escándalos. Así se ha forjado la relación entre el presidente galo, François Hollande, y la actriz Julie Gayet. La intérprete ya ha comenzado su desembarco en la residencia presidencial, según afirmó ayer el semanario francés «VSD», que adornó la noticia con un titular: «¡Por fin en el Elíseo!», una frase que bien habría podido exclamar la pareja, en un arrebato de amor, puede que el definitivo.
Lo que desean los por ahora amantes –nadie descarta que pueda haber una boda por lo civil– es ir quemando etapas sin soliviantar en demasía a la opinión pública. La publicación afirma que Hollande y Gayet han decidido dar un «salto cualitativo en su relación». Puesto que la actriz visita el Elíseo todas las noches, acompañada tanto en la ida como en la vuelta de tres escoltas que garantizan su seguridad, lo más práctico es que se traslade «de hecho» a vivir con él. «VSD», que tampoco es demasiado pródiga en detalles, dice que «ya se están instalando parte del mobiliario en las estancias privadas. Los muebles, austeridad obliga, no son demasiado caros, además están aprovechando algunas piezas que les ofrece Patrimonio Nacional».
Indiscretas declaraciones
A las pocas horas ya comenzaron las reacciones. Una de las más sonadas ha sido la del actor y humorista Stéphane Guillon, con quien Gayet compartió reparto en 2013 en la película «Les âmes de papier». Guillon ha transmitido a sus más de 677.000 seguidores en Twitter un «tuit» lapidario: «Me alegro de que Julie finalmente se instale en el Elíseo. Yo, que vi el inicio de su relación con François, estoy emocionado». Lo cierto es que el intérprete es un lenguaraz, ya que en 2013 dijo en un programa de Canal + que Hollande iba a menudo al set de rodaje de «Les âmes de papier». Esta revelación le sentó fatal a Gayet que, en privado, se lo echó en cara. Incluso, parece que hubo insultos de por medio, algo que Gillon siempre ha negado.
El traslado de la protagonista de «Crónicas diplomáticas» al palacio presidencial se produce varias semanas después de que la revista «Voici», una verdadera pesadilla para la pareja, publicase el testimonio gráfico de François Hollande y Julie Gayet paseando por Versalles, ya que pasaban unos días de vacaciones en una de las residencias oficiales de la república. «Es un sitio sagrado», afirmaba no sin retranca la publicación. Gayet no fue sola, ya que le acompañaron sus padres y los dos hijos de la actriz. Se da la circunstancia de que la Lanterne –conocida también como «la casa de los cuernos– es una residencia de recreo con mucha trastienda, ya que antes de la Revolución francesa los monarcas galos usaban esta residencia para mantener citas discretas con sus amantes.
«Closer» ya le dio el primer sofocón a la pareja cuando en enero de 2014 destapó el idilio. En principio el presidente galo no dijo ni que sí ni que no, pero reclamó respeto para su vida privada. «La primera vez que conocí a Hollande fue durante un almuerzo informal en un restaurante al lado de la Maison de la Radio en París. Encontré a un hombre humilde, tan formidable que me convenció para estar hoy aquí», dijo Gayet en un vídeo en el que mostraba el apoyo de la candidatura del socialista a la presidencia de Francia.
Este idilio ha estado sometido a numerosos vaivenes más que intencionados, ya que Hollande jugaba al despiste. En abril de 2014, dos años después de que empezase todo, había indicios de que habían roto, en parte por el acoso de la Prensa, pero también porque Gayet quería retomar su carrera sin ese pesado fardo. Era una maniobra más, ya que nunca dejaron de verse, aunque decidieron que sus encuentros fuesen lo más clandestinos posibles. Sin embargo, eso ya forma parte del pasado.
El detalle
Un hijo de Trierweiler, cocinero en palacio
En un gesto de condescendencia, el presidente ha permitido que uno de los hijos de su ex novia, Valerie Trierweiler, vuelva al Elíseo en calidad de «cocinero en prácticas». Su misión –a no ser que su madre le haya encargado que le procure alguna información sobre Hollande y Gayet, nunca se sabe–. será estar a las órdenes de los «chefs» en las comidas a distintos jefes de Estado. Aunque también tendrá un trabajo más incómodo: preparar, si así se le pide, un refrigerio a la mujer que sacó de quicio a su madre.
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