Gente
La otra cárcel de Isabel Pantoja
La tonadillera está presa en cantora, la ansiedad la atenaza ante la traición de su hija y la de cuatro de sus grandes amigos. Además, la cantante tiene poco trabajo y está atada a la enfermedad. de su madre.
La tonadillera está presa en cantora, la ansiedad la atenaza ante la traición de su hija y la de cuatro de sus grandes amigos. Además, la cantante tiene poco trabajo y está atada a la enfermedad
de su madre.
Pocos ríen en Cantora. Los villancicos navideños brillarán por su ausencia este año. Isabel Pantoja no está para cánticos alegres, sino para letanías, porque su vida está rodeada de malos presagios, traiciones y desengaños. No se fía ni de su sombra. Los incondicionales de antaño cuentan secretos de la tonadillera a sus espaldas, hasta los más íntimos le fallan, y ella sufre en silencio sus penas, que aumentan según va acabando este diciembre.
Los únicos que se preocupan cada día de ella son su hermano Agustín y su hijo Kiko. Chabelita va por libre y, ante el asombro de su madre, se ha reconciliado totalmente con la enemigo número uno de la artista, Dulce. Una traición en toda regla, porque Isabel pensaba que «su niña» ya no era «la niña» de su ex empleada. Pero Isa comparte a su hijo Albertito con las dos, la abuela y la niñera. Y eso que había dicho que no se relacionaría más con quien hace sufrir a su madre. Palabras que se llevó el viento y que hoy duelen en el alma de la viuda de Paquirri.
Contra Dulce de la Piedra ha interpuesto una demanda por lo que ha dicho sobre ella en televisión en la que le pide 150.000 euros. Se verán las caras en el juzgado. Desde Cantora nos llegan, además, malas noticias sobre el estado de ánimo de la dueña de la finca. Una persona muy allegada a Isabel comenta: «Le afectan mucho las cosas, ve a sus nietos menos de lo que desea, su gran amiga Paqui, su mano derecha durante mucho tiempo, con la que ella se ha volcado en cuerpo y alma, ha ido contando cosas de Isabel que no debería contar, y sus ex empleadas, Mari y Emilia, según parece, vendían información a los paparazzi de lo que ocurría dentro de la finca. Así se extrañaba tanto Agustín de lo que se publicaba sobre ellos en las revistas. No se podía ni imaginar que tenían al enemigo en casa». Dicen que Isabel ya ha ajustado cuentas con las traidoras, que les censuró sus actitudes y que no quiere volver a verlas en la vida. Ahora exige un contrato de confidencialidad a todo el que entra a trabajar en Cantora, de los errores se aprende.
Un amigo suyo, Pedro Torres, transformista y confidente, fue quien le descubrió los tejemanejes de las tres. Pero es poco ético que luego vendiera los audios de sus conversaciones telefónicas con la Pantoja al programa «Sálvame». El denunciante de traiciones se convierte así en traidor.
A Pedro le ha confesado Isabel que está muy deprimida, que el daño ha sido tremendo, que hasta le cuesta respirar por lo agobiada que se siente, que Paqui era «mis manos y mis pies y me ha matado con su traición», que lo de su hija con Dulce le ha supuesto un gran disgusto... Para más inri, su madre, doña Ana, padece la enfermedad del olvido, le falla la memoria y necesita cuidados muy especiales. La cantante no se separa de ella, no hace ni quiere hacer vida social, cuenta con escasas ofertas de trabajo y las crisis de ansiedad están a la orden del día...
Pocos ingresos
Hace poco se casó por lo civil su hermano Bernardo, con el que apenas se relaciona, con la ex bailarina y ahora costurera japonesa Junco, y no asistió a la boda. Fue una ceremonia tan íntima que ni siquiera apareció la hija de Bernardo, la televisiva Anabel Pantoja. Unicamente fue un amigo que ejerció de testigo. Cuando le tuvieron que amputar un pie el año pasado solo recibió las visitas de Anabel, de su hermano Juan Antonioy de su primo Chiquetete y su pareja, Carmen Gaona. Isabel brilló por su ausencia. Y es que el precario estado de salud de doña Ana tiene atada de pies y manos a su hija, a la que, según cuentan, le ofrecieron realizar una gira, muy bien pagada, fuera de España, y que, de momento, la respuesta se aplaza hasta después de las fechas navideñas. El problema es que, si no hay ingresos (y apenas ha actuado este año) surgen problemas para pagar los gastos. Isabel mantiene a parte de su familia desde hace años y ya no gana lo de antes.
Por otra parte, tampoco a Isabelita le gusta que su madre solamente hable bien de su hermano y nunca de ella. Haciendo de tripas corazón, la tonadillera ocultó sus penas hace unos días, cuando entró en directo en «Land Rober Tonait Show», un programa de la televisión gallega en el que estaban entrevistando a su hijo. Kiko es su ojito derecho y le perdona todo. Y no se da cuenta que al justificar el problemático pasado de su primogénito –«eran cosas de la edad, aunque me hizo pasar las de Caín»– no debería censurar tan contundentemente las salidas nocturnas de Isa. El nuevo single de Kiko, «Mentirosa», podría definir de alguna forma los desencuentros de los Pantoja. Estas Navidades que nadie espere juergas y cánticos de los de antes en Cantora. Vienen a la memoria las multitudinarias cenas de Nochebuena en las que los Pantoja se reunían en la mesa y acababan entonando villancicos en torno a la chimenea. Eso queda para el recuerdo de cuando eran buenos tiempos y la familia no estaba tan desunida.
UNA SERIE SESGADA
Está en marcha una serie biográfica sobre Isabel, pero dicen que se van a obviar algunos de los episodios más oscuros de su vida. Así, no se mencionarán en esta producción televisiva ni su paso por la cárcel ni sus tribulaciones con Julián Muñoz, lo que se dice un lavado de imagen absoluto. La Pantoja ha supervisado los guiones para mayor gloria de su persona. No quiere dejar cabos sueltos ni que aparezcan momentos escabrosos. Para eso es la más lista.
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