Andalucía
Labor callada
Las fundaciones desempeñan un papel importante en la promoción de la cultura y entre ellas destaca la auspiciada por Antonio Gala. Dani Rovira lleva años implicado en proyectos solidarios, desde antes de protagonizar la popular «Ocho apellidos vascos»
Las fundaciones desempeñan un papel importante en la promoción de la cultura y entre ellas destaca la auspiciada por Antonio Gala
En una tierra donde es tristemente habitual que alguien sea recordado, elogiado y homenajeado después de fallecer, es de alabar la iniciativa del Ayuntamiento de Córdoba y la Junta de Andalucía en honor de Antonio Gala, que tendrá lugar en los próximos días. Una exposición, representaciones teatrales y mesas redondas componen el programa de estas jornadas, en las que participan algunos de los becados por la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores a lo largo de estas dieciséis promociones. Esta institución sin ánimo de lucro se sostiene con la ayuda de la Fundación de la entidad bancaria CajaSur, el Ayuntamiento y la Diputación de Córdoba, así como la editorial Planeta. Su sede se encuentra en el antiguo Convento del Corpus Christi, un espacio absolutamente privilegiado para la concentración que requiere toda creación artística. Dotada con una envidiable biblioteca, estudio de música y taller de pintura y escultura, además de espacios comunes y otras instalaciones, la Fundación sirve como lugar de inspiración, investigación, intercambio de ideas y, finalmente, de la propia plasmación de la obra artística.
Desde 2002 han sido unos 250 jóvenes, con edades comprendidas entre los 18 y los 25 años, los que han convivido durante un curso para desarrollar sus habilidades en la literatura y las artes plásticas; también los ha habido, aunque de un modo más minoritario, en la música, la fotografía, las artes visuales, la arquitectura y el cine. La filosofía del centro es fomentar lo que Antonio Gala denomina la «fecundación cruzada», tanto entre los becados en una misma disciplina artística como en el conjunto de ellos, para que las conclusiones que cada creador pueda extraer de esos debates sirvan para enriquecer su propia obra artística durante el proceso.
Gracias a estas becas y al apoyo puntual de la Fundación Tres Culturas y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, sus beneficiarios no han sido solo españoles, sino que entre los muros de este antiguo convento han convivido ilusionados jóvenes con talento procedentes de diversos países de Iberoamérica, así como de otros lugares, aunque, eso sí, con el castellano como requisito imprescindible.
Las fundaciones desempeñan un papel importante en la promoción de la cultura y entre ellas la auspiciada por Antonio Gala se erige en una de las más destacadas a pesar de su labor callada y discreta. Hay otras que aún tienen menos eco en los medios de comunicación pero que desempeñan una importante tarea y que, en la medida de sus posibilidades, respaldan proyectos culturales. Dos documentales andaluces, uno recién estrenado, «Barbacana, la huella del lobo», y otro, «Todos los caminos», cuya presentación tendrá lugar de modo inminente, consiguieron el respaldo de tres fundaciones. El último trabajo del biólogo, director y productor Arturo Menor resulta muy interesante y entretenido gracias a su contenido didáctico sobre la realidad del lobo en España; ha contado con el apoyo económico de la Fundación Savia, destinada a promover el compromiso y los valores sociales en el entorno rural, ese mundo tan olvidado y que aparece retratado en el documental con bastante tacto. Otro pilar importante para esta producción de Acajú ha sido la colaboración de la Fundación Juan Luis Malpartida, entidad conservacionista que cedió sus instalaciones en Guillena (Sevilla) para la filmación de algunas secuencias con lobos. Nacido en Olvera (Cádiz), Malpartida ha estado fuertemente ligado al cine, la televisión, los videoclips y la publicidad durante muchos años y gran parte de los animales que aparecían en estos medios estaban bajo su cuidado. Tras una larga carrera, dejó la finca en Madrid en la que convivía con ellos, a los que lleva dedicando con mucho amor toda su vida, y los fue trasladando hasta Guillena, donde se les puede ver en semilibertad.
El malagueño Dani Rovira lleva implicado en proyectos solidarios muchos años, desde antes de la popularidad lograda gracias a «Ocho apellidos vascos». A principios de esta década comenzó a colaborar con la asociación «Ángeles malagueños de la noche» en el reparto de alimentos el día de Navidad. Una vez que su nombre y su rostro empezaron a ser más que conocidos, decidió apoyar iniciativas solidarias a través de una entidad en cuya creación participó, Fundación Ochotumbao, en favor de las personas más desfavorecidas, la defensa de los animales y la conservación del medio ambiente. Rovira se define no solo como actor y monologuista, sino también como deportista apasionado, así que no dudó en sumarse a la idea de dar visibilidad al Síndrome de Rett a través de un viaje en bicicleta desde Barcelona hasta Roma, aventura que la sevillana Paola García Costas ha retratado en el documental «Todos los caminos», que ha contado con el decisivo apoyo de Dani Rovira y la Fundación Ochotumbao en esta esperada película, cuyo estreno de gala será durante el Festival de Cine Europeo de Sevilla, el sábado 10 de noviembre por la noche en el Teatro Lope de Vega.
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